“Si lo uno no es, nada es”
(Platón, el Parménides)[1]
El filosofo
contemporáneo Alain Badiou propone que la filosofía debe volver a su estatus de
encargada de dar sentido, organizadora de las Verdades en nuestra existencia.
Se levanta contra el pensamiento posmoderno que pronuncia “no hay verdades,
solo cuerpos y lenguajes”. Para ello,
recurrirá al “Divino” Platón, “aquel que resuena infinitamente y bajo diversos
trazados”[2].
“Hay que cerrar la edad de los poetas, inaugurada por Nietzsche y
desplegada por Heidegger, dentro de la cual el pensamiento queda suturado
unilateralmente a la palabra poética que canta, nostálgica, en una finitud sin
amparo, la huida de los dioses y el anhelo de su retorno. El antídoto lo dicta
Platón mismo hablando del engaño al que nos somete la mala mímesis poética”[3]
Edad en donde
todo es opinión o δόξα (doxa), todo vale: relativismo puro. Y
ese relativismo se presenta en el campo de la política también. Hay pues el
único principio de que no hay principio.[4]
Ante ello, Badiou piensa en Platón y la idea de una comunidad que se rige por
una Idea, un principio. Este filosofo puede salvarnos del terror de la doxa. Es
necesario retomar su Verdad, adherimos a ella, pues fue pronunciada para la
eternidad.
El presente escrito tiene como finalidad analizar la Idea de
Badiou acerca del Platonismo, más precisamente, sobre que Platón pronuncia el
“Uno no-es”. El no-ser de lo Uno, es una idea de la contemporaneidad, que da
paso hacia lo Múltiple del ser-en-tanto-ser. Badiou, en su libro “El Ser y el
Acontecimiento” dirá que esta idea yace en el mismo Platón. Por ello veremos la
posibilidad del no-ser de la Uno en Platón, a través de la siguiente estructura:
En un primer
lugar, veremos como Badiou, en su libro, plantea la idea del No-ser de lo Uno
en Platón. Lo hace desde un análisis del Parménides. En mi opinión, su
planteamiento no es suficiente. Por ello, en un segundo momento, veremos cómo
hay interpretaciones, que no solo plantean el Ser delo Uno, sino que lo igualan
con el Bien, Idea Suprema en el sistema platónico. Hacia ella apunta todo la
teoría de las Ideas en Platón y por lo cual es imposible ignorarla en un
planteamiento acerca de este filósofo. Aquí sucede pues un impasse.
¿Cómo
resolverlo? ¿Tendremos que inclinarlos hacia una de las dos posturas? En un
tercer y último momento, plantearemos una posible solución, mediante la idea de
los Uno y los Otros, como principio últimos de todo realidad. En Platón, como
veremos, parece ser un problema irresuelto. Pero mediante ciertas nociones del
mismo, como el “concepto” de χώρα (Khora) en el Timeo, es posible esbozar la “solución”.
Lo que se
trata aquí es trasladar la Verdad de Platón a un lenguaje contemporánea para
que desde ahí puede seguir guiando nuestro camino. El mismo Badiou lo hace con
su “remake” de la República de Platón, de próxima edición[5].
Es probar que Platón da sentido a una
Verdad que no solo explica la realidad en su tiempo, sino que es para la
Eternidad, por lo tanto, también debe explicar la nuestra. Aquella, que en
palabras de Badiou, pronuncia que lo Uno no-es y que el Vacío es el nombre
propio del ser-en-tanto-ser.
Badiou-Platón: El no-ser de lo Uno.
En el segundo capítulo de la obra cumbre de Badiou, El ser y el Acontecimiento, titulado
“Platón”, este filosofo trata de mostrar como para Platón lo Uno no-es. Así refuerza su propia tesis, mostrando que
desde la antigüedad esta idea está presente en el gran filosofo griego. Antes
de pasar a revisar propiamente la argumentación de ese capítulo, veamos la
razón por la cual Badiou piensa que lo Uno no-es.
Precisamente su argumentación parte del Parménides de Platón:
“Pues si el ser es lo uno, es necesario
llegar a plantear que lo que no es uno, o sea lo múltiple, no es. Conclusión
que repugna al pensamiento, puesto que lo que se presenta es múltiple, y no se
ve cómo podría abrirse un acceso al ser fuera de toda presentación. Si la
presentación no es, ¿tiene todavía algún sentido designar como ser aquello que
(se) presenta? E inversamente, si la presentación es, será necesario que lo
múltiple sea, de donde resulta, por una parte, que el ser y lo uno ya no se
corresponden y, por otra, que no es necesario afirmar como uno aquello que se
presenta, en tanto que es. Lo cual repugna al pensamiento, pues la presentación
de ese múltiple sólo en tanto que lo que ella presenta se puede contar por
uno.”[6]
Aquí parte de una premisa: que nuestro acceso al Ser sucede
desde la presentación, lo que se nos presente. Esta es una condición ontológica
nuestra, partimos por lo menos desde ella. A partir de ahí, se reflexiona que
si lo uno es, no puede haber presentación, pues toda presentación es múltiple.
Incluso el mismo hecho de presentación significa presentarse, hacerse presente,
supone, pues, una temporalidad, una distinción de un antes y un después, donde
se hace presente. Hay una multiplicidad en la temporalidad de la presentación,
pero también en la misma presentación: Percibimos distinto objetos. ¿Cómo
habría presentación sin un ser del lo múltiple? Si nuestra condición es la de
“recibir” presentación, la pregunta por el ser se formula: ¿Cuál es el ser de
las presentaciones, lo que hace que las presentaciones se presenten? Sin
presentación, no tiene sentido preguntarse por su ser.
Pero si lo múltiple es, el ser no es uno. Lo que significa
que no hay igualdad entre lo Uno y el Ser.
Pero si el ser es múltiple, lo uno en tanto uno no es. Pero toda
presentación está estructurada, determinada y si es determinada, el uno es: El
perro es perro; la propio unidad de su identidad. Por lo cual, vemos que hay un
impasse.
¿Cuál es la solución que Badiou plantea? Lo uno no es. Por lo
tanto, lo que es en tanto que es, no es uno.
Lo Uno solo existe como operación: la cuenta-por-uno. La estructura de la presentación es su
principio de determinación-identidad, lo que cuenta-por-uno. Por la estructura,
hay uno, hay determinación, pero no significa que lo que es sea uno. Y sabemos
que el Ser no-es Uno, retrospectivamente,
viéndolo como anterior a la estructuración: Lo que hace que la presentación
estructura, ya determinada, sea.
Esto es la argumentación de Badiou sobre el No-ser de lo Uno.
Ahora pasemos a ver como plantea que Platón también lo reconoce. Dice que en el
Parménides lo uno se analiza cómo no-ser
y no en su concepto propio en tanto uno, mientras que los otros-que-lo
uno se analiza como el ente. Pues, se ve una disimetría en el análisis.
“Platón señala, en primer término, que lo que
no es lo uno, es decir los otros (alla), debe ser
considerado en su diferencia, en su heterogeneidad: ta alla etera estin, que yo traduciré como: “los otros son
Otros”; la alteridad simple (lo otro), remite a la alteridad fundadora (lo
Otro), es decir, al pensamiento de la diferencia pura de lo múltiple como
diseminación heterogénea y no como simple diversidad repetitiva”[7]
Así Badiou dirá que “los otros son Otros respecto de ellos mismos”[8]. Piensa así, que Platón está hablando de la
multiplicidad pura, de aquello que es en tanto que es, la presentación en sí, anterior a toda
estructura. Es infinita multiplicidad, o apeiroς plhqei, multiplicidad privada de todo
límite. Badiou lo llama lo Múltiple inconsistente. Dirá que este Platón
entiende este múltiple en sí con la metáfora del sueño:
“Si se considerara el punto de ser que pareciera el más pequeño, como
podría ser un sueño al dormir, se mostraría de inmediato múltiple en vez de su
apariencia de uno, y bien grande en vez de su pequeñez suprema, comparado con
la diseminación que él es a partir de sí mismo”[9]
Aquí señala
que es impensable lo múltiple en tanto múltiple, pues todo pensamiento es
determinado, estructurado. Así, al pensar se fuga todo el ser-en-tanto-ser,
como el sueño. Para pensar tiene que haber al advenimiento del no-ser de lo
uno.
Pero al
final del Pármenides, Badiou señala que aparece un pasaje en este drama del
concepto, que parece echarse todo lo dicho anteriormente: “(los otros) no serán diversos (polla). Pues en los entes-diversos también
habría lo uno (…)”.[10] Es claro la argumentación
pues, sino lo uno, no puede haber diversidad, que son varios unos o varias
objetos determinados. Lo cual llevará a la conclusión de que: “Si lo uno no es,
nada (ouden) es”.[11] “Ouden estin” dirá Badiou, identificando el ser
con el Vacío.
Para que no
haya una inconsistencia con su análisis, Badiou señala que hay una diferencia
entre la palabra polla de plhqς. La primera significa los
diversos, la pluralidad; mientras que la segunda la traduce como multiplicidad.
Así lo diverso señala la multiplicidad consistente, ya estructurada por la
cuenta-por-uno; en cambio, la segunda, es la multiplicidad inconsistente, el
ser en sí.
Para
finalizar su exposición sobre Platón, Badiou hablará sobre la Idea. Dirá que
gracias a ella los entes son pensables, inteligibles, a partir de la
participación: el efecto que ella sostiene. Al respecto dice: “Por una parte,
la Idea precede a toda existencia y, en consecuencia, a todo efecto-de-uno; por
otra, sólo de ella resulta que haya composiciones-de-unos efectivamente
pensables”.[12]
“Se comprende, así, por qué no hay, en rigor, Idea de lo uno. En el
Sofista, Platón enumera lo que él llama los géneros supremos, las Ideas
dialécticas absolutamente fundadoras. Esas cinco Ideas son: el ser, el
movimiento, el reposo, lo mismo y lo otro. La Idea de lo uno no figura entre
ellas, pues lo uno, en efecto, no es.
Ningún ser separado de lo uno concebible: esto es, en el fondo, lo que
establece el Parménides. Lo uno está solamente al principio de toda Idea,
considerada desde el punto de vista de su operación- la participación- y no
desde el punto de vista de su ser. Ese
“hay uno” concierne a toda Idea, cualquiera que sea, en tanto que efectúa la
cuenta de un múltiple y produce como resultado lo uno, es decir, lo que asegura
que tal o cual cosa existente (presentada) es esto o aquello”[13]
Este
párrafo es el más débil de toda la argumentación de badiousana acerca de
Platón. En primer lugar, el hecho que no se mencionen el Sofista la idea de lo
Uno, no quiere decir que no exista. En
segundo lugar, habla de que las Ideas tienen ser. Por lo tanto, son
inconsistentes, sin la cuenta-por-uno. Pero la vez, son inteligibles,
determinadas. Podría pensarse que el principio de determinación se sigue a
partir de su participación en otras ideas, por medio de la Koinonía
(introducción así de esta Idea) pero sería cuestión de desarrollarla en los
próximos puntos que vamos a tocar. Por último, habría que ver la Idea del Bien
y cómo es posible que entre en esta dinámica de que lo Uno no es. Por eso, para
poder hablar de un planteamiento de Platón acerca del no-ser de lo Uno, debe
desarrollarse la teoría de las Ideas con esta proposición.
Las
Ideas: Koinonía, el Bien y la Unidad.
Es conocida
como en la República[14] de Platón se fórmula la
pregunta por el ser de la Justicia y cómo es posible una Polis justa. Ello llevará a que para poder serlo se tiene
que vivir según las Ideas. Así, pues, en este libro se habla sobre la naturaleza
de las Ideas y de cómo gobiernan el mundo donde vivimos.
Lo que
importante para este enseña es la Idea de Unidad. Esta se desarrollo, como
presenta Raúl Gutiérrez[15], en República V, a partir
de la cuestión del fundamento. Allí se habla sobre la Unidad y la Comunidad de
las Ideas: “Cada una de ellas en sí misma es una, pero al manifestarse por
doquier en comunidad con las acciones, con los cuerpos y entre sí, cada una
aparece como múltiple” (476 A) Se
agrega que esto mismo sucede entre las Ideas mismas, habiendo así una comunidad
de Ideas. Estas son ordenadas de acuerdo a un principio rector, un
fundamento. Esta comunidad constituida a
partir de un principio definirá el ser de las Ideas:
“Indudablemente este orden del ámbito inteligible es, en cierta medida,
causa de que cada Idea sea lo que es, pues su posición en ese orden y, por lo
tanto, su relación- o su comunidad- con las demás Ideas es constitutiva de su
propia naturaleza. Pero, precisamente
por ello, se puede concluir que su unidad es una unidad integradora de
múltiples elementos, mas no una unidad absoluta”[16]
Aquí ya se
establece una idea de Unidad, pero como totalidad conformadas por partes. La
Unidad sería la Koinonía. Pero a esta idea de Uno-Todo vendrá otra idea de
Unidad, en el pasaje 476 A que ya hemos citado. Platón afirma la unidad de la
Idea, que en sí misma es una, a partir de que excluye completamente a su
opuesto. “Cada Idea constituye en sí
misma una unidad de sentido que expresa y agota completamente el significado
del nombre que la designa; por ellos es que, en sentido estricto, solo ella es
real y verdaderamente el término o propiedad que representa, esto es,
absolutamente idéntica con él”[17] Aquí vemos una definición
de Unidad como Identidad consigo mismo.
¿Qué
significa esta noción de Identidad? Proviene pues de la noción griega de Ser.
Ser es siempre ser algo determinado. El que sea idéntico consigo mismo,
significa que excluye a su opuesto, su No-ser o la indeterminación de sí.
Recordemos que el No-ser de algo, Platón lo planteará en término de lo
diferente a sí mismo. La identidad consigo mismo significa pues, la completa
determinación de su ser. La siguiente cita pueda ayudar a aclarar más esta
noción:
“Para Platón,
como antes indicábamos, lo que hace que un ser sea verdaderamente un ser, es
que sea lo mismo con respecto a sí mismo. La verdadera realidad se encierra en
la permanencia de lo que siempre es lo que es, o en lo que es idéntico a sí
mismo. La persistencia de la autoidentidad propia, que se manifiesta como
absoluta unidad y mismidad, constituye el rasgo más intrínseco de lo realmente
real, que es el ser o Idea. En el pensamiento platónico, cuanto más ser tiene
una cosa, tanto más cognoscible es. Las Ideas al ser lo máximo como ser, son lo
más inteligible” [18]
Pero
siguiendo con el texto de Gutiérrez, se verá que esta unidad no es absoluta: No
solo porque la noción de Koinonía y la determinación a partir de otras Ideas de
su “lugar”, sino también porque la propia Idea requiere de otras Ideas para
definirse, muestra así cierta multiplicidad. Así se dirá que constituye una
mayor unidad de sentido que lo sensible pero sin llegar a ser absoluta. [19] Es por ello que se hace
necesario, siguiendo con la noción de fundamento de la República V, un criterio
para definir los diversos grados de Unidad. Este será la Idea de Unidad misma. [20]
Este
principio-criterio será la Idea del Bien. Pues, es la causa de la determinación
del ser de las Ideas, de que sea inteligibles. Es el principio rector de la
Koinonía de Ideas también. Así, el grado de unidad (determinación) y de ser de
todos los entes, tanto inteligibles como sensible, se define por la mayor o
menor participación, por su proximidad o cercanía a la Idea de unidad”[21]
En el
artículo de Thomas Szlezák[22], se puede entender mejor esta
noción:
“En lugar de guiarnos por alguna concepción filosófica moderna, debemos
tener en cuenta – como ha insistido una y otra vez H.-J. Kramer desde sus
primeros trabajos- la equiparación mencionada por Aristóteles entre en = agaqon
(Uno = Bien) Como fin
de todo deseo (505 d 11-e2), el Bien le otorga la unidad de la persona al
sujeto del deseo: solo la vida conforme a las virtudes ayuda a superar la
multiplicidad que se da con el mal y la escisión interior, ser “bueno” en
sentido ético significa para Platón pantapasin ena genomenon ek pollwn
( “de muchos volverse
completamente uno”, cf. 443 e1)”[23]
Podemos
llegar a esta noción de Unidad, también, a partir de la Koinonía esbozada en el
Parménides de Platón. Al respecto Gutiérrez dice:
“Este todo, a su vez, no está en cuanto todo en las partes, ni en la
totalidad ni en alguna de ellas. Pues al estar en la totalidad de las partes,
tendría que estar completamente en una de ellas, y por consiguiente, no podría
estar en las otras. Pero, en realidad, tampoco está en algunas de las partes,
pues de ese modo lo mayor – el todo –estaría en lo menor- una, algunas o todas
las partes-, cosa que evidentemente es imposible. (…) En consecunia, si no está
en las partes ni en sí mismo, solo queda que esté en otro (en eterw, 145 E5).”[24]
Así se
llega a la noción de Uno como el correlato del Todo. Parece así pues,
demostrarse la idea de que Platón iguala el Bien como lo Uno, y este sería el
principio o fundamento de todo lo que es. Y se entraría en contradicción con lo
planteado por Badiou acerca de Platón, sobre el No-ser de lo Uno. Pero a toda
esta argumentación, sucede que se menciona algo que tiene:
“ausencia total de unidad y, por
ende, de límite y determinación: los otros que lo uno no son ni uno múltiples,
ni todo ni partes, puesto que de ningún modo participan de lo uno (159 D). Por
eso se refiere a ellos como “naturaleza diferente de la Idea” ( etera fusiς tou eidouς), que, en sí y por sí no es más que
multiplicidad indeterminada ( apeiron plhqei, 158 C5-7). En consecuencia, se ha
reducido toda la realidad a lo uno y los otros (159 C1).”[25]
Así, como
también señalara Szlezák para la tradición oral sobre Platón, aparece que la
realidad sería lo Uno (lo inteligible) y lo Otro (lo completamente indeterminado).
Ambos autores señalan en que Platón no termina
de explicar esto. Solo se señalara que hay un tipo de Koinonía diferente entre
ellos y que a partir de ellos surge algo
diferente.
“Y esto diferente es aquello que otorga límite y la
determinación a los otros que lo uno, y, en ese sentido los convierte
propiamente en partes distintas entre sí. Eso “diferente” que surge de la
interacción de lo uno en sí y los otros que lo uno privados completamente de
unidad, tiene que ser “una cierta Idea”
(157 D8), un “todo uno acabado que tiene partes”, es decir la Idea como algo
uno y múltiple a la vez, como un todo perfectamente estructurado y que funciona
como principio de límite y determinación de los otros completamente carentes de
unidad. (…) Así tendríamos la Idea de unidad
como principio de ser y inteligibilidad de las Ideas”.[26]
¿Es posible
tal Idea de Unidad? ¿O es un nuevo tipo de Idea, cuyo ser no se relaciona con
lo Uno? Recordemos que esto que se
menciona, lo Uno y lo Otro, es la totalidad de lo existente. La idea de lo
Otro, carente de estructura, parece remitirse a una noción que desarrolla
Platón en el Timeo: La de Khora. Es,
pues, la noción que desarrollaré a continuación.
La Khora
como lo Otro.
En el Timeo[27] se menciona la Khora como
aquel receptáculo que recibe las formas de lo Inteligible, pero que no se deja
transformar por ella, o mejor dicho, no adquiere estas formas. Es pues, principio junto con las Ideas de la
naturaleza o physis: De su interacción sale el cosmos.
Esto sería
un resumen breve de lo que expone dicho dialogo sobre el concepto. Pero, en
realidad, la noción de Khora es mucho más compleja. Para desarrollar este
análisis, me basaré básicamente en el libro de Jacques Derrida, “Khora”[28]. Sobre esta noción dice:
“lo que Platón designa bajo el nombre de khora parece desafiar, en el
Timeo, la “lógica de no-contradicción de los filósofos” de la que habla
Vernant, esa lógica “de la binaridad, del sí o no”. Participaría pues, acaso,
de la “lógica distinta de la lógica del Logos”. La khora no es ni “sensible” ni
“inteligible”: permanece a un “tercer género” (“triton genos”, 48e, 52a). Ni si
quiera puede decirse de ella que no es ni esto ni aquello, o que es a la vez
esto y aquello. No basta con recordar que no nombra ni esto ni aquello, o dice
esto y aquello”.[29]
Aquí
Derrida trata de expresar la imposibilidad de saber qué se está nombrando bajo
ese nombre. Es algo que no podemos conocer ni definir. Solo llegamos a esta
noción, por un razonamiento bastardo, dirá Timeo. Se anuncia “como en un sueño”
(52b)
El
traducirlo lleva la misma suerte: “ Ya incuban al nombre mismo de khora (lugar,
sitio, emplazamiento, región , comarca) o a lo que la tradición denomina las
“figuras” –comparaciones, imágenes, metáforas – propuestas por el propio Timeo
(madre, nodriza, receptáculo, porta-matriz), las traducciones están presas en
redes de interpretación”. Hay, pues, una imposibilidad del nombrarla en toda su
cabalidad. Pero lo mismo que sucede para nombrarla, sucede ella respecto al
mundo y lo Inteligible: Se sustrae a toda determinación.
A lo largo
del todo el texto derridiano, se verá como la Khora no es ni Eidos ni mimemas
(ni inteligible ni sensible), no tiene nada propio y permanece informe
(amorphon). Pero no es algo abstracto.
“Khora “quiere decir”: sitio ocupado por alguien, país, lugar habitado,
sede designada, rango, puesto, posición asignada, territorio o región. Y, de
hecho, khora ya estará siempre ocupada, investida, incluso como lugar general,
al tiempo que se distingue de todo lo que toma sitio en ella”[30]
Dirá que
Sócrates muestra como solo la pertenencia a un lugar autoriza la verdad del
logos. Por eso el filosofo y el político hablan con autoridad, tienen un lugar
en la polis por naturaleza y educación. Es, pues, la Khora, necesaria para la
Verdad del Logos. Los poetas y sofistas no tienen lugar, son vagabundos, no
deben ser escuchados. Pero Sócrates dice que se asemeja a los Sofistas (los sin
lugar), pero solo se asemeja y les habla a los filósofos y políticos. ¿No
estaría tomando el papel de la Khora, “un “lugar” donde toda se marca pero que,
“en sí mismo”, esta sin marcar”[31]?
Así Derrida
concluirá en su escrito como la noción de Khora pondrá límite a la filosofía.
Esta más allá de la lógica de lo inteligible y lo sensible, de lo cual habla
los filósofos. Pero es necesaria para que este logos tenga verdad. Así es como
necesaria para que la naturaleza, el devenir, tenga lugar. Es pues, la madre de
ambos, a la cual solo el filosofo puede acercarse indirectamente, como en
sueño, sin nunca poder develar su sentido.
¿No es la
noción de Khora el Otro del que se hablo en la sección anterior? No es una
idea, es carente de todo uno o
determinación. Es el principio de la realidad, junto con las Ideas. Al no ser inteligible o determinado, no
podemos hablar de él. Por eso Sócrates no lo logra articular, por eso el
aparente silencio. La Khora es siempre lo Otro.
El No-Ser
de lo Uno y la afirmación de lo Otro:
¿Puede
seguir afirmándose el No-ser de lo Uno en Platón? Hemos visto en este escrito 3
momentos:
En un
primer lugar, con Badiou, vimos el No-Ser de lo Uno a partir de un análisis del
Parménides. Ser será la multiplicidad
carente de todo límite, la multiplicidad inconsistente. Las ideas generan la
inteligibilidad de los entes a partir de su operación-la participación-, la
cuenta-por-uno.
En un
segundo momento, vimos como a través de la Idea de Koinonía y Unidad, se llega
a la noción de fundamento de Platón. Se verá como el principio supremo de las
Ideas, la Idea del Bien, se igual con lo Uno. Aparece la noción de lo Otro y
que esta no es desarrollada del tono en la obra platónica.
En un
tercer momento, se desarrolla la noción de Khora a partir de la interpretación
de Derrida. Se ve las dificultades de nombrarlo, pues una noción que escapa a
toda definición por su propia realidad. Se igual a lo Otro, carente de todo
unidad y que algo distinto a la Idea.
El punto 1
y el punto 2 parecen entrar en contradicción: Uno afirma el No-ser de lo Uno
mientras que el otro habla de lo Uno como principio supremo de lo que es. ¿Es posible una salida? ¿O la misma filosofía
de Platón es contradictoria?
Parece que
si vemos lo sugerido por Szlezák no hay contradicción alguna. La misma
tradición indirecta sobre Platón afirma la coexistencia de ambos principios.
“Hay dos principios últimos que explican toda la realidad: Lo uno y la díada
indeterminada”[32]
Bajo la misma línea parece ir el Timeo,
al afirmar que la naturaleza sensible está conformada por la interacción de
ambos, como hemos visto. Incluso las metáforas de la Khora como Madre en este
libro[33], se complementa
perfectamente con la del Sol como Padre de la cual nos habla Szlezák[34].
Pero hay
que tener en cuenta la conclusión del Parménides:
“Digámoslo entonces, y también que, según parece, tanto que haya un Uno
como que no lo haya, él y los Otros, con respecto a sí mismos y en sus
relaciones mutuas, son absolutamente todo y no lo son, parecen serlo y no lo
parecen.”(166 c)
Así pues,
esta conclusión lleva a pensar que sea la afirmación de uno de los dos, o la
negación de uno de ellos, lo mismo es: Se llega a la completa indeterminación,
“son absolutamente todo y no lo son, parecen serlo y no lo parecen” (166c). ¿No
es pues, al final la prueba de que el principio último de la realidad es lo
Otro, lo completamente indeterminado? La reflexión de Platón en este libro
parece apuntar a que es posible lo Uno, lo determinado, a partir de lo Otro.
Esto va de
la mano con lo que se vio con Badiou: para no caer en una contradicción con la
presentación debemos negar el ser de lo Uno. Entonces, hay que afirmar que el Ser en tanto
ser es multiplicidad pura, inconsistente. El Ser es lo Otro. ¿Y dónde queda lo
Uno como principio?
La idea de
lo Uno responde a la idea de la determinación de las cosas. La lógica de lo Uno responde a esa noción de
identidad. Como se vio, la idea suprema
es la total identidad consigo mismo, su autodeterminación absoluta. El mundo
parece determinado, sigue cierta regularidad. Por lo menos, esa regularidad la
podemos encontrar a través del razonamiento, lo cual va a llevar a Platón a
postular la teoría de las Ideas. Sin ellas, como mostrará en el Teeteto[35],
no es posible la regularidad, todo sería devenir absoluto, sin determinación
alguna.
Sigamos
entonces la Idea del Ser como Otro y la noción de “hay” Uno de Badiou, no como
el ser mismo sino como efecto de la estructura de lo Otro. Cito a Heidegger
para empezar a entender esta noción “kwra no podría querer decir: lo que se separa, se aparta
de toda cosa particular, lo que se borra, lo que de ese modo admite justamente
otra cosa y le da sitio?”[36]
Así parece
pues que lo Otro se aparta, se sustrae a toda presentación para “darle lugar” a
la misma. Esto va claramente con la Idea de Badiou del Ser como Vacio. No
entendamos la noción de “dar lugar” como meramente espacial, sino como una
cualidad ontológica, el ser haciendo que el ente sea. Esto se genera a partir
de la propia cualidad de lo Otro, el Vacío, lo que le hace ser único. Es pues siempre Otro de cualquier otro. ¿Y
esto no supone ya una Diferencia, entre el Vacío y lo que
no-es-el-ser-en-tanto-ser? Con la Diferencia viene la determinación, la
identidad.[37]
Es, pues,
su Otredad, lo que hace su propia estructura. Estructura que lo sustrae a toda
presentación: No puede estar en la presentación porque es siempre lo Otro.
Pero, como vimos, habiendo una estructura, hay Uno, cuenta-por-uno,
determinación. La estructura, tal como se sigue de la argumentación de Badiou,
parece ser la Idea platónica. La “estructura” del Vacio o de lo Otro, el ser
siempre Otro de lo otro, es la cualidad que hace único al nombre propio del
Vacio. “ Así, que el nombre del vacío, una vez generado retroactivamente como
un-nombre por el múltiple –de-nada, sea único, no significa de ninguna manera
que “el vacío es uno””[38]Prueba de ello será que los
teólogos mismos diferencia la noción de “Dios es único” con la de “Dios es
uno”, dirá Badiou.
¿No es,
pues, esta unicidad a la que hace referencia la noción del Bien,
Idea-Estructura? Solo podemos saber de esta, retroactivamente, a partir de la
presentación ya estructura. Lo más inteligible es la noción de lo único, la
unicidad; que sin embargo, nos sitúa en el punto donde ya no hay
inteligibilidad: El ser-en-tanto-ser, lo múltiple inconsistente. Hasta allí
llegan los filósofos, más allá, solo el sueño.
En República V se toca la cuestión del
fundamento. A través del ascenso dialectico se llega a la Idea Suprema del
Bien. Es el punto último para la inteligibilidad, pero nos va a remitir a algo
que no podemos hablar . No hay Padre sin
Madre. La noción de lo Otro es desarrollada aquí, no solo porque el tema es sumamente extenso
para los fines del diálogo, sino porque no se puede hablar de ella, al no ser
inteligible en sí misma. El silencio del filosofo, abre paso al Sueño. Pero eso
no mina su noble tarea. Como demostrará Szlezák[39] a lo largo de su artículo:
lo expuesto basta para poder hablar sobre una Polis Justa; la labor del
filosofo hacia ella no es mermada por el Khora; al contrario, esta ayudará en
la labor, al “darle lugar”, autorizando la verdad de su logos, dirá Derrida[40], interpretando el Timeo.
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1989 El Itinerario
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Platón
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Platón
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Platón
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Trigésimo primera edición. México D.F: Editorial Porrúa.
Platón
2009 Diálogos II.
Trigésimo primera edición. México D.F: Editorial Porrúa.
SZLEZÁK, Thomas Alexander
2003 La Idea del
Bien como arché en la República de Platón. En GUTIÉRREZ, Raúl (ed.) Los símiles
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[1]
Platón
2005 Parménides.
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BADIOU, Alain
2010 La
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BADIOU, Alain
2010 Segundo
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2012 Platón para todos. Revista Anfibio.
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Ib.
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Platón
2003 Diálogos
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[18]
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1989 El
Itinerario del Ser. Primera edición.
Barcelona: Promociones y Publicaciones Universitarias.
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Gutiérrez 2009 p.122
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Id. p.121
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[22]
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2003 La Idea
del Bien como arché en la República de Platón. En GUTIÉRREZ, Raúl (ed.) Los
símiles de la República V-VII de Platón. Lima: PUCP. Fondo editorial
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II. Trigésimo primera edición. México D.F: Editorial Porrúa.
[28]
DERRIDA Jacques
2011 Khora.
Primera edición. Buenos Aires: Amorrortu.
[29]
Id. p.16
[30]
Id. p.51.
[31]
Id. p.52
[32] Szlezák
2003. p.90
[33]
Derrida 2011 p.23
[34] Szlezák
2003 p.105
[35]
Platón
2009 Diálogos
I. Trigésimo primera edición. México D.F: Editorial Porrúa.
[36]
HEIDEGGER, Martin
2003 Introducción
a la Metafísica. Quinta reimpresión. Barcelona: Gedisa, p. 67
Prefiero usar la traducción de Derrida (2003, p.89)
[37]
Los trabajos de Deleuze, como el libro “Diferencia y repetición”, son muy
ilustrativos al señalar este punto: como a partir de la Diferencia pura surge
la identidad y no viceversa.
[38]
Badiou 2007. p.107
[39]
Szlezák 2003.
[40]
Derrida 2011 p.50