En un anterior post ya he venido
reflexionando de qué componentes debería tenerse en cuenta cuando apuntamos a
construir universidades de carácter intercultural. Pero cabe reflexionar
críticamente sobre hasta qué punto es posible dicha institución. Ello debido a
que la universidad, partiendo del hecho de que fue creada en occidente, tiene
una naturaleza académica, que significa una forma de aproximarse a la realidad
científica, sistemática y rigurosamente así como imparte un conocimiento que
tiene como una de sus finalidades el profesionalizar (especializarse) a quienes
lo reciben. ¿Puede dicha naturaleza mezclarse con los saberes y formas de
aproximarse a la realidad de otras culturas, como por ejemplos las indígenas de
nuestro país? ¿Por ejemplo a una carrera convencional darle un carácter
intercultural o crear una carrera propiamente con un saber ancestral? Para
reflexionar sobre ello es necesario hacer ciertas presiones.
1. Las diversas culturas
existentes en la universidad y las que son marginadas.
La universidad es una institución
de carácter global. Por la globalización, se ha visto impregnada por diversas
culturas. En cada país, de cierta forma, se enseña desde la cultura imperante.
Además hay un constante intercambio entre las universidades de diversos países.
Así ya se en la gente misma que conforma la universidad, las carreras que se
dictan, los cursos mismos, las formas como se enseña y se aprende, las
prácticas que se tienen en el día a día o la infraestructura, así como otros
elementos denotan la interculturalidad existente ya en las universidades. La
universidad tiene ese carácter porque supone una reflexión y sistematización de
la propia realidad que conforma la sociedad en la que se encuentra, así como es
una apertura dialógica dado el carácter universal del conocimiento.
Las universidades de China,
Japón, India o Israel no son las mismas que las de Estados Unidos, Alemania o
Francia. De alguna manera las primeras han adoptado una institución occidental
(la universidad) y la han apropiado también con su cultura, dándose así una
interculturalidad. Y a la vez, debido al carácter global de las universidades,
las segundas han adoptado prácticas y saberes de por ejemplos los primeros
países, ya sea por medio del intercambio de las personas o por una decisión
institucional (por ejemplo, el dictar un curso de literatura hindú en una
universidad inglesa). Entonces cuando hablamos de una lucha por la
interculturalización de las universidades en nuestro país hablamos por la
incorporación de las otras culturas que han sido dejadas de lado, las que son
marginadas pero que son parte de la realidad del país y que su no incorporación
supone una injusticia contra quienes se identifican con dichas culturas. Al no
ser reconocidas lo que se hace es forzar la realidad puesto que no se está tomando en cuenta una parte
que está ahí. Es como querer poner un molde circular sobre una superficie que
es casi regular pero con rugosidades: No va a calzar, se tiene que forzar.
Entonces hablamos de una lucha por el reconocimiento de todas las culturas
presentes en una sociedad.
2. La transversalización de la
interculturalidad en las carreras.
Cuando pensamos en la
interculturalidad supone también pensar que para que esta realmente este
presente, las diversas esferas de la universidad de alguna forma deben reflejar
esta diversidad y este dialogo entre la diversidad. Si comenzamos por ejemplo
con la esfera de las carreras, van a ver carreras que van a ser más fácil
incorporar la interculturalidad (por ejemplo las asociadas a las artes, la
lengua y literatura, el derecho, la arquitectura).
Otras carreras serán más difícil
(por ejemplo en las ciencias sociales, la filosofía, las ingenierías. Ahí
supone la creación de categorías nuevas que respondan a la realidad de las
otras culturas no-occidentales. En economía, supondría poner en tela de juicio
la validez absoluta del principio de la maximización del beneficio que buscan
las personas. No corresponde por ejemplo a las economías andinas que responden
más a una lógica de reciprocidad. En filosofía, supone incorporar los saberes
ancestrales, dando igual valor y no desprestigiarlos como inferiores o
infantiles sino como una complementaridad a los saberes de la tradición
filosófica. En el caso de la ingeniería es incorporar las técnicas, que no
necesariamente son más “eficientes” (que responde a un concepto de los objetos
como útiles, de los cuales podemos disponer siempre) pero que tiene un valor
importante no solo para el medio ambiente sino que responde mejor a la realidad
del territorio (por ejemplo, si bien el concreto puede ser más resistente,
supone un gasto mayor que construir materiales de la zona, que tienen una
técnica propia y que no se enseñan sistemáticamente en la universidad)).
Por último también están las
carreras de ciencias más duras que parecerían ser propiamente occidentales. Por
lo general los saberes de estas ciencias parecen chocar con las creencias de
otras (por ejemplo, los postulados de la física o la química vs la concepción
del mundo ancestrales). Pero creo que lo que se podría hacer es contrastar
ambos tipos de saberes, hacer comparaciones, encontrar puntos comunes, generar
debates. Para ello, debe evitarse que se haga una comparación valorativa
absoluta, puesto que puede haber la tendencia a señalar una como equivocada o
primitiva.
Ahora, en este apartado hemos
reflexionado en torno a la división ya existente de las carreras. Una
universidad intercultural podría crear nuevas divisiones, entorno a las necesidades y concepciones donde se
encuentre la universidad. Pero también podría crear nuevas carreras, algunas
quizás de carácter intercultural (podría ser incluso transdisciplinarias,
produciendo saberes nuevos a partir del diálogo de las distintas visiones),
otras más de carácter ancestral (en contraposición a las convencionales. Este
tipo de carreras podrían caracterizarse por tener una mayor preponderancia de
los saberes ancestrales).
3. ¿Cómo podríamos interculturalizar las carreras?
Uno de los grandes retos de la
interculturalización de las universidades, es que los saberes universitarios
suponen ciertos requisitos. Lo que se brinda en la universidad es
especializado, de cierta forma riguroso (suponiendo cierta forma de práctica y
cultivo de la costumbre para adquirirlo y dominarlo), sistematizado (por algo
se construye una plan de estudios, donde se sigue una línea en base a
objetivos) y que al egresar del pregrado brinda una profesión con competencias
que difícilmente se pueden haber adquirido sin esos años de estudios. Otro
elemento es el carácter reflexivo de las carreras universitarias, en tanto que
no son meramente un saber práctico sino supone también investigación y
reflexión sobre la propia praxis y esto se da de distintas formas en las
instituciones universitarias. Estos son los límites o marcos dentro del cual
debemos construir las carreras universitarias interculturales. Sin estos
componentes no podría hablar propiamente de una universidad.
Estas carreras y cursos deben construirse a través de un
proceso participativo. Deben participar las mismas comunidades, los sabios de
las mismas también, expertos en el tema y no solo académicos. Se debe apuntar a
1. Identificar qué carreras se deben diseñar 2. Sistematizar los saberes
ancestrales y las formas de aproximarse (conocer, hacer y sentir) a la realidad
3. Buscar la creación de categorías epistémicas y ontológicas que permitan ese
diálogo intercultural (por ejemplo, la hermenéutica y la posmodernidad tienen
para enseñarnos ahí) y que se introduzcan al sentido común de la comunidad
universitaria. Muy probablemente no se logra construir por completo pero si
debe ser una búsqueda permanente. Un primer paso es la valoración positiva de
la diferencia y la tolerancia pero no podemos quedarnos solo en ello.