La corrupción es un problema muy grave en nuestro país. Con ella nos referimos a cuando lo público es usado para el
beneficio personal en perjuicio de dicha esfera pública. Va desde los actos de
robar el dinero público hasta el no respetar las normas para beneficiarnos (el
no respeto de las leyes atenta contra la propia institucionalidad del país y
por tanto contra todos).
Este escrito tiene como finalidad debatir con las ideas esbozadas del artículo de mi amigo Lucas Ghersi, donde se señala que la corrupción no es
un problema moral sino institucional. Básicamente las ideas del artículo se
resume en:
0. Hay corrupción porque resulta racionalmente ventajosa gracias a
nuestro sistema institucional.
0.1 De lo que se trata no es trabajar sobre las personas (no es un
problema moral) para atacar el problema de la corrupción sino cambiar el
sistema institucional para que ya no resulte ventajoso ser corrupto (es un
problema institucional).
0.2 Nuestras normas son confusas y complejas, lo que hace que sea muy
costoso en tema de tiempo y energía seguirlas o incluso descifrarlas (para saber
que se espera de cada uno). Entonces, es más ventajoso no seguirlas
(corrupción).
Mi respuesta sería:
1. Si, efectivamente una forma
sería cambiando el sistema institucional para que ser corrupto resulte menos
ventajoso. Ello se logra no solo haciendo que sea más fácil y simple seguir las
normas (porque estoy seguro que el policía que acepta una coima o el
congresista corrupto saben bien que actúan contra la ley. La propuesta concreta
del artículo es muy reducida) sino también reduciendo la impunidad por ser
corrupto (ella quizás puede ser con mayores penas, mejorando nuestro sistema de
justicia para que el que tiene contactos no se salve o teniendo un mejor
sistema de fiscalización para detectar el que hace actos de corrupción) o de
cara a esa línea, aumentar la condena social por ser corrupto (el famoso “roba
pero hace obras” es claramente un ejemplo de que la corrupción no es del todo
mal vista). Eso en el aspecto de aumentar el costo de la corrupción. Pero
también se puede pensar en los beneficios de actuar conforme a derecho: Por
ejemplo, en un mundo donde se respeta la ley, uno puede tener más certidumbre
sobre las acciones de los demás. En cambio, donde prima el desorden, no se
tiene certeza de que sucederá. La incertidumbre es un costo para todos. Se
trata de fortalecer la institucionalidad. Un país con instituciones (en las
distintas esferas) que funcionan incluso psicológicamente promueven un mayor
respeto a las normas (sino miren el experimento de los vidrios rotos)
2. El artículo tiene un presupuesto equivocado: Que los seres humanos
solo actuamos buscando nuestro beneficio individual (maximizar nuestro
beneficio). Esto es un viejo credo liberal. Ello no es cierto, también actuamos haciendo
sacrificios personales (que pueden ir en contra de nuestro propio beneficio) en
pos del bien de los otros (sin necesidad de buscar sentirnos bien por ello). Además
ello es creer en la mano invisible: En creer que es posible que solo buscando
nuestro propio beneficio, o a través de nuestro egoísmo, vamos a lograr el bien
común. Es más, si solo actuáramos buscando nuestro propio beneficio, no sería
posible desterrar la corrupción: Siempre hay la posibilidad de que ser corrupto
sea más beneficioso que no serlo. Por ejemplo, uno dice: Si se tiene un buen
sueldo, no habría necesidad de ser corrupto y buscar más beneficios. Obviamente
esto no es cierto y hay miles de contra ejemplos de ello. Quedándonos en una
perspectiva donde las instituciones se construyen en función a
costos-beneficios, resulta muy difícil poder desterrar la corrupción.
2.1 Y es por ello que el problema de la corrupción también es moral y no solo institucional:
Para poder desterrarla no solo debemos reducir la ventaja del ser corrupto
(porque no se reducirá del todo) sino también apelando a la importancia de
actuar éticamente, siguiendo las normas y leyes, no solo porque es beneficioso
hacerlo sino porque es lo correcto (dimensión moral). En todos los seres humanos, hay una dimensión
moral (nuestra especie genéticamente la ha desarrollado) que debemos cultivar
(hacer que sea un hábito a la vez que un proceso reflexivo. Porque la moral es
el hábito de actuar siempre siguiendo la razón práctica) a través de los distintos
procesos de socialización: Desde fortalecer la educación cívica y moral en las
instituciones educativas, hasta campañas que promuevan emociones públicas para
actuar moralmente, y alianzas con
diversos sectores (públicos y privados) para el cultivo de esta moralidad en las distintas esferas. En realidad la promoción de este ámbito no se ha dado en el país: Es necesario crear una ética pública que sea permeable en los distintos espacios privados.