domingo, 15 de mayo de 2011

Volver sobre si

Es hora de volver sobre si, es tiempo de regresar a lo dicho y analizarlo. Esa es una de las tareas de la filosofía.
¿Qué podemos ver con todo el camino que se ha avanzado? Un pequeño detalle: He presupuesto que el mundo existe y a partir de ahí he empezado a construir o quizás develar. Lo he presupuesto hablando de una exterioridad, de un mundo que se da al hombre. En creído en él porque he creído en su descripción dada por la física, sin cuestionar si es que esta descripción es verdadera, si es que si quiera se puede dar esta descripción ya se por incapacidad de nosotros mismo o porque no existe un mundo al cual describir.

Volvemos a los orígenes de la modernidad, a quién dice que le dio vida: Descartes. Sus dudas lo llevaron al cuestionamiento de la existencia del mundo exterior. Todo lo que he dicho parte de lo que me ha transmitido mis sentidos. ¿Pueden mis sentidos engañarme? La respuesta obvia es sí. Entonces, todo lo que dicho, puede ser un engaño y falso. ¿Cómo pueden sobrevenir a eso, para alzarse aquellos que cazan la eternidad?

Trazo varias posibilidades: Una primera, quizás compleja, es descubrir que me lleva a desencantarme de la realidad del mundo y dudar de esta. Es decir, qué es lo que hace que pueda pensar el mundo exterior como falso. Una segunda opción es que a partir de esta duda, pueda encontrar un punto arquimédico, como Descartes creyó que lo hizo, para poder afirmar la existencia del mundo exterior. Ambos nos llevarían quizás a probar la existencia del mundo exterior. Ambos demostrarían que si bien puede ser que no podamos saber sus características, tenemos una acceso a su realidad, a su existencia.

Quisiera comenzar por el segundo. Puedo creer que todo lo que percibo, el mundo exterior, es una ilusión como lo es los sueños. Todo podría ser una creación mía. Como lo dijo Descartes, al final llegaría a la conclusión contundente e irrefutable de que existo en cuanto dudo. Eso es una verdad. Ahora bien, la crítica a este pensamiento la dio Nietszche al decir, que afirmar eso presuponía ya muchos cosas, como que el pensar y el dudar es algo definido, etc. Pero su crítica presupone un conocimiento previo y es precisamente lo que Descartes duda. Es dudar de todo y llegar a probar que dudando sé que existo.

Ahora bien, lo interesante es que dudar es pensar. Pensar es una acción en el tiempo. Los modos como se da el tiempo es a través de la sucesión o la simultaneidad. Nuestro pensamiento es siempre sucesión, ya que se expresa en palabras, y las palabras es sucesión. ¿Cómo sé acaso de la simultaneidad? Si todo fuera pensamiento, solo abría sucesión, más no simultaneidad. Si solo conociera mi pensamiento, no podría saber sobre la simultaneidad. Pero lo sabemos, sabemos de que hablamos cuando hablamos de simultaneidad. En esta argumentación veo un pequeño inconveniente, puedo creer y definir algo, pero no quiere decir que exista. Caemos en un vacío.

Volvamos a tantear esta argumentación. Sabemos que el tiempo se expresa por medio de la simultaneidad y la sucesión. Por más que todo pueda ser una ilusión, por lo menos en esta ilusión se distingue lo que existe simultáneamente y lo que cambia (sucesión). Hay pues un determinación temporal. El pensamiento, como dijimos, es mera sucesión. ¿Cómo podríamos distinguir entonces los objetos que permanecen simultáneamente con los objetos que cambian? No podría haber una determinación temporal que permita distinguir la simultaneidad de la sucesión. Pero otra vez caigo en un argumento vacío pues puede ser que este mundo sea una creación de mi mente y en él hay sucesión y simultaneidad, lo cuál podría probar que el pensamiento no-conceptual, el imaginativo-sensitivo es capaz de esas modalidades temporales.

El argumento que trate de esbozar se basaba en uno propuesto en La Crítica de la Razón Pura de Kant. Su argumento, en resumidas cuentas, era de que solo a través de lo permanente se podría hacer la distinción de lo simultaneo y lo sucesivo. Falso: Puede bien permanecer algo en los cambios sucesivos, pero no necesariamente tiene que permanecer para siempre, en todo momento. Puedo saber de lo sucesivo y lo simultaneo también gracias a mi memoria. La segunda parte, era que Kant decía que este elemento permanente tenía que ser algo perteneciente a lo exterior ya que el pensamiento solo estaba en el tiempo y que era sucesivo y que solo se podía hablar de este de una manera determinada, a partir de este elemento permanente exterior.

Tanteemos de otra manera este argumento (si caigo en circularidades o callejones sin salidas es porque es un diario filosófico y puedo caer en ellos, ya que nada es terminado) Para que haya experiencia-conocimiento, debe haber un orden. Un mundo caótica, no puede ser conocido de una manera determinada, fuera del hecho de que no podríamos vivir. Entonces, para vivir el mundo tiene que ser Cosmos(orden). Probamos que la necesidad de la sucesión, la regularidad del mundo. Por lo cuál, siguiendo la argumentación, podemos deducir que el tiempo necesariamente tiene que ser un todo. (Para que haya experiencia, tiene que haber sucesión, para que haya sucesión, tiene que existir un tiempo cohesionado, en todo momento, para que las cosas sucedan, sabiendo que suceden). Pero no podemos percibir el tiempo en sí. Entonces, esa característica de permanencia, necesaria del tiempo para que el mundo sea Cosmos, tiene que ser dada a algo que si podamos percibir y que representa y permite la coherencia del mundo. Entonces, a priori, como necesario para la experiencia, encontramos que hay algo que tiene que permanecer siempre. Ese algo que permanece es el hecho de que el mundo es materia. La materia es lo que permanece, ese sustrato del mundo que solo varía en sus determinaciones o accidentes. Esta materia no varia, pues ella es el sustrato para todo cambio o simultaneidad. Entonces, toda terminación temporal supone ese sustrato permanente que es la materia.
Ahora bien, volviendo a la duda del mundo y la afirmación de mi existencia, llego a la conclusión de que al afirmar mi existencia, me determino en el tiempo. Pero para determinarme el tiempo, tiene que existir el sustrato que permite toda determinación temporal. Entonces, "ese sustrato permanente no puede ser algo en mí, ya que mi propia existencia en el tiempo puede ser determinada en el tiempo mediante dicho elemento". Así se podría probar la existencia de un mundo exterior a mí, distinto a mí, que permite que yo mismo me afirme en cuanto tal.