domingo, 25 de agosto de 2013

¿Se puede pensar otro tipo de economía?

Este texto es simplemente un esbozo de ciertas ideas en torno a la economía. No pretendo ni hacer una reflexión rigurosa ni completa sobre lo económico, tan solo lanzar ciertas ideas para reflexiones posteriores.

Hoy nuestras vidas se ven constantemente acechadas por aquel bestia gigante que podemos llamar economía. Basta con solo ver a los medios en el día a día, o escuchar un conversación a lo largo del día. Siempre se mencionará algo en torno a lo económico. Pareciera que estamos adentro de esta bestia, pareciera que nosotros fuéramos parte de ella misma. No sabemos si es benevolente o un ser de terror. Solo sabemos que crece constantemente, o eso parece.

Pero ¿Qué es este ser en el cual nos encontramos inmersos? Por economía podemos entender las relaciones de intercambio de bienes y servicios, teniendo en cuenta todos los procesos que intervienen en este intercambio y las estructuras propias de dichos procesos. Ahora, ¿Cuándo hablamos de economía en el día a día, nos referimos al intercambio general o un intercambio específico? 

Quizás me equivoque, pero nos referimos siempre un intercambio doblemente específico. En un primer momento, nos referimos al intercambio de objetos físicos o de servicios cuyo objeto por el cual se intercambia es un objeto físico. Ahora, con el mundo virtual, este intercambio se hace difuso, pero finalmente de cierta manera aún sigue teniendo un correlato físico. La segunda especificidad es que este intercambio se realiza a través de un objeto físico que es aceptado socialmente como objeto intercambiable universalmente: nos referimos al dinero. El que se use el dinero nos permite estandarizar los valores de lo que queremos intercambiar; es decir, el fijar un cantidad de dinero por un objeto, nos permite la posibilidad intercambiar algún objeto que poseemos a cualquier sujeto que encuentre algún valor en dicho objeto. Es brindar información estandar, para todos, acerca del valor del objeto. Se entiende mejor si se pone un ejemplo donde no hay dinero: Si por ejemplo yo tengo un libro que quiero intercambiar, sino hubiera un objeto universal de intercambio, sería difícil poder establecer un valor para todos por el cual intercambiarlo. Podría decirlo que lo cambio por 2 computadoras, pero no todos tienen computadoras. O podría decirlo que lo cambio de acuerdo a los objetos que me traigan, pero eso complejiza mucho el intercambio. Mejor dicho, lo complejiza en función a la época de ahora. Nuestra época se ve marcado por la velocidad y un intercambio así sería muy lento y específico: supondrían una mayor relación entre aquellos que quieren intercambiar.

¿Por qué digo especificidad de nuestro tiempo? Porque hay otros tipos de intercambios, como el señalado el párrafo anterior. Pero este nos reconocido socialmente o por lo menos como estructura general de nuestra sociedad. En nuestra sociedad, el reconocimiento (que a nivel social se genera en las instituciones que tienen poder, poder como capacidad de acción y cambio de lo social) solo se da en el intercambio doblemente especifico señalado. Y esto porque justamente se tiene el ideal de vida de conseguir más y mejore bienes porque a través de ellos podemos ser lo que queremos ser. Hemos desarrollado todo tipo de mecanismos para poder medir como avanzamos de acuerdo a esta finalidad y que políticas debemos tener a partir de estas mediciones para alcanzarlo. 

Pero ¿Por que no hablar, medir y accionar políticamente (a escala macro-social) acerca del intercambio general? Las sociedades justamente se constituyen a partir del intercambio: el compartir experiencias, sentimientos, sentidos, objetos, labores. Es evidente que tenemos que promover el intercambio de bienes materiales porque somos cuerpo y los necesitamos para vivir y satisfacer nuestras necesidades. Pero como hombres, evolutivamente hemos trascendido las necesidades de supervivencia y han aparecido otro tipo de necesidades complejas. Nuestra sociedad actual plantea el cubrir dichas necesidades mediante el intercambio de objetos físicos u objetos cuyo correlato de intercambio es algo físico. Este es la fórmula del tiempo presente. Fórmula que se basa en la idea de que dichos objetos además del consumo de su propiedad cualidad física, son símbolos de significados que nos ayudan a satisfacer dichas necesidades superiores complejas. Medimos como avanzamos en dicho producción de bienes materiales. Pero olvida algo fundamental: La capacidad para significar dichos objetos. 

¿Qué significa dicha capacidad de significar? Como su nombre lo dice es la capacidad del ser humano para poder asignarle sentido a los objetos que intercambiamos. Y hablo de objeto en un sentido amplio en tanto ente, que puede ser físico o inmaterial. Como sabemos tenemos necesidades complejas como son las de afecto, las de conocer, las de divertirnos, finalmente las de poder autorealizarnos de acuerdo a nuestra propias inclinaciones y gustos (que se han formado a la largo de la vida y que cambian constantemente). A la capacidad que me refiero es justamente la que cubre de manera transversal la autorealización: Construir ciertos saberes que se sedimentan en nosotros mismos desde los cuales entendemos las experiencias posteriores (entender lo desconocido desde lo conocido) permitiéndonos encontrar unidad en las vivencias. Dichos saberes cambian con el tiempo, pero siempre se traducen en acciones o mejor dicho la forma como actuamos. Por ejemplo en mi vida, uno de estos saberes "generales" es la búsqueda constante de conocer y ello marca como me comporto. Para poder alcanzar estos saberes propios y que nos satisfacen ( y que por lo general reducen las contradicciones que producen crisis con nosotros mismo) hay ciertas condiciones que tienen que ver con lo emocional, lo cognitivo, lo imaginativo, lo lúdico. Entonces, el cultivo de capacidad para significar "objetos" que forman parte de nuestro propio mundo de la vida ("mundo" como conjunto de experiencias internas y en relación a distintos externos externos, ya sean biológicos (seres humanos o animales, etc.)o netamente físicos. Entonces en esta definición no solamente entran objetos propiamente como seres autónomos sino también procesos y relaciones. (ahí se puede ver la necesidad de una ontología que nos permita esclarecer dichos conceptos) resulta fundamental. 

El reconocimiento solo del intercambio material y la prioridad de nuestra sociedad por lo económico entendido en ese sentido (como elemento que es motor de nuestra sociedad y a partir de la cual se constituye la composición social) olvida esta parte fundamental y que es el fin mismo de la economía como intercambio de bienes y servicios. Hemos olvidado que en todo intercambio hay también relaciones y significados. En nuestro afán metodológico por estudiar a mayor detalle una solo área  que se vio impulsado por la visión prioritario sobre los bienes y servicios, hemos fragmentado su propia esencia. Esencia que proclama que lo económico no se puede dividir de lo político (como gobierno por el bien común) ni de lo ético y cuyo fin de todo es la autorealización del ser humano como individuo y como colectivo. 

Ahora nuestro reto pensar una economía donde se mida más como aumenta la capacidad significativa que la producción de bienes y servicios. Porque en la constitución de las sociedades, si bien es fundamental los bienes y servicios para poder vivir, pueden haber épocas donde haya escasez de dichos bienes, pero la historia demuestra que lo que ha llevado a sobreponerse es el ingenio humano. Por ello es necesario fomentar dicho capacidad. Porque incluso cuando hay abundancia, muchas veces hay carencia de sentido. Eso lo podemos ver en nuestra época, en los países con mayor producción de bienes y servicios, donde muchas veces se ven afectados por la anomía y la inseguridad constante (que muchas veces se debe a una inadecuada distribución y el no reconocer a los otros como iguales). Pensar como medir los avances también es parte del reto. Pero todo esto supondrá otro tipo de economía, que solo es divisible en un sentido metodológico y que no olvida su relación con las otros saberes (teóricos y prácticos) y cuyo fin es la realización del individuo y la sociedad. 





domingo, 18 de agosto de 2013

Fabricando fantasías para no sufrir ante el final de la vida





"Los dioses nos tienen envidia porque somos mortales"
-Aquiles en la película hollywoodense "Troya"

Pensar sobre aquello a lo que tanto corremos no es una tarea facil. Significa hacer frente a uno de nuestros más fuertes temores. Significa reflexionar sobre aquello que nos es desconocido pero a la vez nos es tan cercano, como parte de nuestra propia condición de humanos. El tema ha sido tocado mucho por diferentes culturas: A lo largo de la historia se ha tratado de encontrar su sentido dandoseló desde afuera, como si hubiera algo más allá del fin. En nuestro tiempo, el tema se vuelve superficial: convivimos con la muerte todos los días, basta con prender el televisor.

Hace ya casi cinco años, ese ángel negro tocó las puertas de mi familia. Las reflexiones que haré aquí entonces lo hago desde una experiencia muy personal con el ánimo de poder, compartiéndolas, ayudar a responder, no a la pregunta ¿qué es la muerte?, si no ¿Por qué me pasa esto a mí?. Si pues yo creo que la pregunta que nos introduce a pensar sobre el final de la vida proviene desde dos lados: Uno sobre la conciencia de nuestro propio vacío, produciendonos vertigo al imaginarnos ya no ser. Pero ante esta, lo único que hacemos es huir y no seguir preguntando. Pues recién sabremos que significa estar muerto cuando lo estemos, pero ya no estaremos vivos para saberlo. Creo que principalmente lo que nos impulsa a pensar sobre ella es la perdida de algún ser querido o cercano a nosotros. Y ya no nos preguntamos acerca de su esencia, sino acerca de por qué nos sucede tan trágico destino.

La muerte aunque es el final de la vida no tiene finalidad. El ángel negro aparece porque algo lo causa o mejor dicho, lo llama. La única posible finalidad es la biólogica: la muerte como herramienta para evitar la sobrepoblación de la especie que puede atentar contra ella misma. Esa es su causalidad que también tiene un arraigo físico: La ley de entropía que la energía no-útil aumente con el tiempo, por eso las cosas envejecen y resulta más eficiente biológicamente reemplazarlo que reponerlo (supone menor gasto energético).

Pero que no tenga sentido (una finalidad) no quiere decir que no podamos dárselo. La historia demuestra los diferentes sentidos se le han dado. Si me preguntan que sentido le encuentro, respondería a partir del que se da por la conciencia de la finitud propia y de los otros. Con la muerte aprendemos que nada dura para siempre. Y creo que eso le da un toque especial a la vida: Saber que se va a acabar nos invita a disfrutar cada momento, a apreciar cada detalle de lo que nos sucede.

Ante esta posible visión positiva del fin de la vida como finalidad para vivir se contrapone el hecho de que también sea la pérdida de otros seres. Sufrimiento que podemos vivirlo en carne propia o que nos sensibilizamos por las pérdidas de los otros. El sentimiento al saber que ya no podras volver a compartir con esa persona es demasiado doloroso. Una canción muy buena que ejemplifica este sentir es "Fabricando fantasías" de Tito Nieves. Es tal el sufrimiento y el recuerdo constante de la ausencia que es necesario crear fantasías, encontrar un lugar donde encontrarse con dicha persona nuevamente. Ante esta realidad que a todos nos va a suceder, ¿qué podemos hacer?. No pretendo ser libro de autoayuda, pero puedo compartir algunas breves pensamientos:

1. Antes que cualquier cosa, hay que disfrutar del tiempo con todos. Lo único que nos quedan son los recuerdos, en ellos yace la esencia de las personas, lo que se ha vivido con ellas. Si quieres algún consejo o solo compartir un momento, hay que ir a lo profundo de un mismo y ahí se encontrará.
2. Sufrir es inevitable pero la cuestión es encontrar un sentido a ese sufrimiento. ¿ Sólo nos quedaremos con el sentir de la perdida o lo convertiremos en el motor y motivo para seguir?. Es un golpe tan fuerte que te enseña que los otros golpes que te da la vida no son de tal intensidad, que puedes reponerte y seguir. No podemos quedarnos solo en la perdida sino seguir y avanzar con la misión de ser el guardian de los recuerdos de esas personas que han marcado tu vida. Ahora uno es portador también de cierta parte de su alma.
3. Una lección muy importante que enseña Buda es que la causa del sufrimiento es el apego a las cosas. Se puede aprender a tratar de no apegarse a las cosas, eso significa un resumen de lo dicho hasta aquí: Disfruta cada momento y comprende la finitud de las cosas y de las personas. El fin de la vida aveces nos enseña de una manera repentina acerca de esto: Aprender sobre la belleza de cada instante.

Carpe diem, memento mori (vive la vida, recuerda que vas a morir)