miércoles, 25 de noviembre de 2015

La noción de temporalidad de Merleau-Ponty y su potencial resolutivo de los “problemas de trascendencia”

Introducción:
La presente monografía tiene como finalidad mostrar la noción de temporalidad de Merleau-Ponty y como esta puede resolver problemas filosóficos como la relación alma-cuerpo, la existencia del mundo anterior al hombre y la relación con los otros. Para dicho fin, la monografía constará de tres partes. En un primer momento, se desarrollará la idea de temporalidad que es presentada en la fenomenología de la percepción. En segundo lugar, se verá la noción de temporalidad desarrollada en textos posteriores de Merleau-Ponty, a partir del trabajo interpretativo del filósofo argentino Esteban García. Esta noción tendrá la característica de ser “espacializada”. Por último, se verá en las conclusiones cómo esta aproximación a la temporalidad permite resolver los problemas de la trascendencia.

1. La Temporalidad en la “Fenomenología de la percepción”
Esta primera parte tiene como finalidad exponer la idea de temporalidad que es descrita en la fenomenología de la percepción en segunda sección de la tercera parte titulada “El ser-para-si y el ser-del-mundo”.  La dificultad para dicha exposición yace en que se puede confundir lo que Merleau-Ponty expone, por una parte, acerca de otros autores para luego criticarlos, con lo que, por otra parte, realmente piensa este filosofo sobre el tema que se está tocando. Además otro problema también es que para exponer la noción misma es necesaria el uso de otros conceptos claves. Hay pues un entrelazamiento entre las nociones, que parece ser propio de la concepción misma de filosofía que tiene Merleau-Ponty.

Por ello, para tratar de darle más “claridad” a la exposición con fines de comprensión, y quizás yendo en contra de la “opacidad” propia de su filosofía, que es reflejo del movimiento mismo del mundo-de la-vida, es que en la presente parte no solo no expondré las nociones a las cuales se enfrente Merleau-Ponty (perdiendo quizás la esencia dialéctica del pensar) sino también trataré de mostrar la noción de temporalidad a partir de ideas claves que permitan entenderla mejor. Es así que en esta parte estará dividida en secciones. Sin embargo, como es un movimiento de abstracción, resultará muy difícil poder des-entrelazar las nociones y entonces, cabe aclarar que las secciones tendrán conexiones entre sí para poder entenderse a cabalidad.

Es importante señalar que para Merleau-Ponty el punto de partida para la reflexión de la temporalidad será el mismo ahora, el presente o el campo de presencia, más adecuadamente hablando en términos merleaupontianos[1]. Este es “la experiencia originaria en la que el tiempo y sus dimensiones aparecen en persona, sin distancia interpuesta y en una evidencia última”[2]. Con ello se verá que para acercarnos a la noción de tiempo tenemos que tener en cuenta que no podemos explicar aquello que nos atraviesa, aquello que estamos viviendo. Entonces de lo que se trataría más que una explicación es una mostración.  Esta mostración nos conducirá como veremos al cierre de esta parte a la idea de “El tiempo como sujeto y el sujeto como tiempo”[3]

A. Doble horizonte
La idea del doble horizonte del tiempo parte desde la noción del ahora temporal de Husserl. Él plantea que no hay un flujo temporal de “ahora” lineal, donde lo que es dejar de ser y desaparece para dar ser a otro nuevo ser que sigue el mismo ciclo. El tiempo para él es un tejido donde el ahora contiene los ahoras pasados, pues para completar lo que percibo en el ver no solo retengo mis percepciones pasadas sino también hago proyecciones acerca de lo que percibo. El ahora temporal es un ahora retensión-protensión. Así el tiempo no es solo un dato primario del ahora presente sino que es también una constitución de sentido de la conciencia a partir de la retensión-protensión.

Merleau-Ponty partirá de esta idea para presentar su propia aproximación al tema del tiempo con la diferencia que la noción de temporalidad husserleana se da desde la subjetividad trascendental que para Merleau-Ponty será un segundo momento, un momento reflexivo de abstracción y que más bien el tiempo se da en el mundo-de la-vida, pre-reflexivo. Esta conexión se desarrollará más al tocar la idea de intencionalidad operante.

Así podemos mostrar el doble horizonte desde el hecho de que el presente es siempre abierto respecto a si mismo, pues  se trasciende hacia atrás y adelante constantemente (por la retensión-protensión de la percepción), renovándose o modificándose y así transformando el flujo de ahoras (pero que el fluir mismo no deja de ser). “El surgir de un nuevo presente no provoca un amontonamiento del pasado y un tirón del futuro, sino que el nuevo presente es el pasado de un futuro al presente y del antiguo presente al pasado, es en un solo movimiento, que, de un cabo al otro, el tiempo se pone a moverse”[4].

Cada movimiento proyecta sobre el presente vivido este doble horizonte del pasado y el futuro. “el tiempo mantiene aquello a lo que hace ser, en el momento en que lo expulsa del ser, porque el nuevo ser estaba ya anunciado en el precedente como teniendo que ser y que, para este, era lo mismo devenir presente y estar destinado a pasar”[5]

Podemos ver así que lo propio del tiempo es pues su doble horizonte, que se reconstruye constantemente, ante la infinidad de posibilidades de los campos de presencia que han transcurrido o que van a transcurrir. Infinidad en lo transcurrido porque lo pasado no es un único pasado sino una infinidad de momentos que puede retener de diferentes maneras posibles. Lo mismo con el futuro en tanto posibilidad de opciones venideras.

El tiempo es devenir, movimiento, flujo, pero es permanente, “sigue siendo el mismo”, porque “el pasado es un antiguo futuro y un presente reciente, el presente un pasado próximo y un futuro reciente, el futuro un presente e incluso un pasado por venir, eso es, porque cada dimensión del tiempo se trata o enfoca como algo diferente de ella misma”[6]

Solo hay tiempo gracias a ello, gracias a que “todo el ser no se me da en persona”[7], pues hay un sinfín de posibilidades no actualizadas que no se agotan en el presente. Hay en el presente siempre un tiempo nuevo, que rompe con lo anterior pero sin dejarlo de lado. Con ello se puede ver que  “el futuro y el pasado están en una especie de preexistencia (…) lo que es pasado o futuro para mí, es presente para el mundo”[8]. Esta última parte se entenderá mejor cuando llegamos a la segunda parte.

B. Síntesis transitiva, fundierung e intencionalidad operante.
El acto de la síntesis transitiva es fundamental para aproximarnos a la noción de la temporalidad. Merleau-Ponty nos dirá que esta síntesis ““es el movimiento de una vida que se despliega, y no hay otra manera de efectuarla que viviendo”[9]. ¿Qué significa ello?

Pues que el cuerpo se abre a la experiencia a partir del tiempo, en el presente. Pero no hay un presente fijo, determinado, dado de antemano en su totalidad, sino que el presente se hace en el movimiento. Un movimiento de mi cuerpo, donde este se anticipa al mundo y a la vez rememora aquello que hizo moverme, el motivo. Este movimiento es la síntesis transitiva y su conexión con la temporalidad es que no solo para describir el tiempo necesito partir de mi propio movimiento  sino que el mismo tiempo es esos movimientos de la intencionalidad operante.  Una intencionalidad o dirección hacia fuera de sí pre-reflexiva que anticipa el futuro y que retoma o recoge el pasado. Con un pasado que puede entonces sufrir modificaciones a partir de dicho movimiento.

Este movimiento de síntesis transitiva para Merleau-Ponty será el Fundierung. Es el movimiento del motivo-motivado, de lo fundado fundando, en donde se retoma lo sedimentado (el motivo, lo fundado) para dar un impulso nuevo, un sentido nuevo (lo motivado, lo fundate) en el cuerpo actual. Es pues el recoger transformando. Y como vemos a partir de la sección A, es la descripción del tiempo mismo que recoge (el pasado) en el presente para transformarlo a partir de una anticipación (el futuro). En esta misma dinámica estará la noción de lo  afectado/afectante

C. Afectado/ afectante
Para entender la noción de lo afectado/ afectante es importante entender el “privilegio del presente”. Es claro que ninguna dimensión del tiempo puede deducirse de las otras y por tanto, reducirse a ellas. Sin embargo el presente tiene “un privilegio, porque es la zona en la que el ser y la conciencia coinciden”[10].  En mi presente, represento también mis vivencias del pasado y proyecciones del futuro. Más también ahí percibo el acto mismo de representar, mientras que lo demás es solo lo representado.

Así en el presente, percibo mi propio ser y mi conciencia. “Mi conciencia de existir se confunde con el gesto efectivo de “exsistencia. (…) Tenemos el tiempo entero y estamos presentes a nosotros mismos porque estamos presentes al mundo”[11]. Conciencia y existir se hacen uno en el presente. Hay un arraigamiento de la conciencia en el ser a partir del presente. Pero toma conciencia a partir de que soy afectado, de que soy irrumpido por algo distinto a mí mismo. Creo que podría tener una analogía con la idea de inercia de la física. Los cuerpos tienen una tendencia a mantenerse en una velocidad constante (ósea sin cambiar de estado de movimiento). Si se mantienen en estado inercial, hay una igualdad entre movimiento constante o no movimiento. Es decir, no se sabe si es que se está en movimiento constante o no. Solo con una irrupción de algo distinto que interrumpe el movimiento es que el cuerpo toma “conciencia” de que se estaba moviendo.

Así a partir de esta conexión entre presente, conciencia y existencia, Merleau-Ponty dirá que el tiempo es afección de si por sí.

 “El afectante es el tiempo como impulso y paso hacia un futuro; el afectado es el tiempo como serie desenvuelta de presentes; el afectante y el afectado no forman más que una sola cosa, porque el impulso del tiempo no es más que la transición de un presente a un presente”[12]

De lo que trataría la subjetividad misma que se da en la conciencia y la existencia sería ser este este movimiento de ser lo que afecta o constituye pero a la vez lo que es afectado o constituido y que solo se en el tiempo. Y solo gracias a poder ser afecto a la vez que ser afectante es que hay conciencia del presente.

Así pues el tiempo tiene una doble condición: Por un lado, no somos los autores del tiempo. No somos quienes tomamos la iniciativa de temporalizar. No somos quienes decidimos nacer. Y que además hay que tener en cuenta que el tiempo se escurre a través de nosotros, hagamos lo que hagamos.

Pero por otro lado, la pasividad no es la recepción de algo ajeno. “Es un investir, un ser en situación, ante el cual no existimos, que perpetuamente recomenzamos y que es constitutivo de nosotros mismos”[13]Así el tiempo es también una espontaneidad adquirida, que se perpetúa en nuestro ser en virtud de lo adquirido o lo que nos ha afectado.

Nuestra “generatividad” funda a la vez nuestra actividad o nuestra individualidad, y nuestra pasividad o nuestra generalidad, esta debilidad interna que nos impide obtener jamás la densidad de una individuo absoluto (…) Somos (…) del todo activos y del todo pasivos, porque somos el surgir del tiempo”[14]

D. La condición existencial y Ser-del-mundo
Para nosotros, la experiencia perceptiva siempre está marcada por un tiempo. No es un tiempo a priori, siempre es un tiempo vivido, que no podemos dejar de lado. El tiempo vivido es el movimiento que tengo en mi relación con el mundo.

Así López (1989) nos dirá que para Merleau-Ponty “el paso del presente a otro presente no lo pienso, lo efectúo. Esto es el tiempo. No se trata de un objeto de nuestro saber, sino -como anunciábamos- de una dimensión de nuestro ser”[15].

Se puede decir que de cierta forma como yo vivo el tiempo, yo soy el tiempo pues mi presente, mí tiempo, es mi existencia. El tiempo es así horizonte para mi existencial.  Pero a la vez este tiempo a través del cual soy afectado, trae consigo justo aquello que me es capaz de afectar, un mundo constituido y que soy capaz de constituir nuevos sentidos para el mismo.  Así Merleau-Ponty dirá que:
“El mundo es inseparable del sujeto, pero de un sujeto que nada más es proyecto del mundo; mas el sujeto es inseparable del mundo, pero de un mundo que él mismo proyecta. El sujeto es ser-del-mundo y el mundo sigue siendo “subjetivo”, ya que sus articulaciones están dibujadas por el movimiento de trascendencia del sujeto”[16]

Esta conexión esencial que se expresa en el ser-del-mundo se entiende perfectamente caer en cuenta de todo lo que anteriormente hemos señalado: Que el presente que percibo, que da cuenta de mi propia existencia, tiene un doble horizonte hacia el pasado y el futuro. Ese pasado que recoge lo sedimentando, aquello que me afecta y que yo no he constituido pero que a la vez soy capaz transformar y producir un nuevo sentido de cara hacia el futuro. Ahí pues hay una conexión, una unidad, sin la cual no podría realizar dicho acto de síntesis transitiva. Con ello, el tiempo:

 “(…) pone de manifiesto el sujeto y el objeto como dos momentos abstractos de una estructura única que es la presencia. Es por el tiempo que pensamos el ser, porque es por las relaciones del tiempo sujeto y del tiempo objeto que podemos comprender los del sujeto y del mundo”[17]

López (1989) agregará que “el sujeto es ser-del-mundo y el mundo es «subjetivo», puesto que sus relaciones son establecidas por el movimiento trascendente del sujeto”[18]. Así sujeto y objeto, lo constituyente y lo constituido, se revelan como una unidad, siempre en movimiento, en una dialéctica. Ella a partir de la temporalidad. Y así nos damos cuenta que la propia subjetividad que ahora se revela con unidad esencial con el mundo, expresando en el ser-del-mundo, es temporalidad, es ese movimiento que transforma recogiendo. Somos pues el tiempo, no solo habitamos en él.


II. La espacialización del tiempo
Esta segunda parte será desarrollada a partir de la interpretación del profesor Estaban Andrés García[19] (2013) acerca de la noción del tiempo en Merleau-Ponty. Este filósofo considera que el mayor aporte del trabajo de Merleau-Ponty sobre el tiempo es la vinculación que tiene este con el espacio. Bergson, Heidegger, Husserl ya habrían realizado una cierta vinculación entre el ser o fenómeno y el tiempo. Lo que hace Merleau-Ponty desde la ventana abierta que deja en la fenomenología de la percepción en la parte sobre la temporalidad y que desarrolla más afondo en sus textos posteriores es presentar la idea del ser como espacio-tiempo. Así, al referirse a la fenomenología de la percepción dice:

“En este sentido puede afirmarse que el desarrollo total de la obra es circular: la corporalidad se entenderá a la luz de la temporalidad, promete Merleau-Ponty al comenzar su exposición, para afirmar finalmente en los últimos capítulos que la temporalidad se entiende espesándola o engrosándola, es decir, espacializándola o dándole cuerpo. Por detrás de esta apariencia de desarrollo lineal que se revela, en última instancia, circular, se adivina que lo que está en juego es la elucidación de un único fenómeno: el ser como espacio-tiempo, tiempo-cuerpo, o "tiempo-cosa" -como dirá en sus últimos cursos-, es decir, una estructura de entrelazamiento, mezcla e interpenetración”[20]

La metodología a seguir en esta parte será similar a la anterior: Ser ordenará en secciones que presente conceptos claves para entender esta especialización del tiempo. Aunque aquí será aún más notorio la interrelación tienen entre si estos conceptos para mostrar esta noción de temporalidad. Justamente por ello, la última sección se verá esa idea de entrelazamiento, que es propia de la noción de temporalidad y que está presente en la reflexión misma que hacemos de ella porque partimos de la vivencia misma en donde es permanente este entrelazamiento y que en la actitud reflexiva muchas veces se deja de lado por la claridad conceptual.

El punto de partida para esta parte será la enigmática cita de la fenomenología de la percepción en la parte de la temporalidad: “La solución de todos los problemas de la trascendencia se encuentra en la espesura del presente pre-objetivo en la que hallamos nuestra corporeidad, nuestra socialidad, la preexistencia del mundo”[21] ¿A qué se refiere con esta “espesura” del presente?

A. Espesura
Podemos entender mejor esta idea de espesura si la vemos como respuesta a uno de los problemas de la trascendencia que es la relación entre el cuerpo y alma. La respuesta de Merleau-Ponty será que ambos se relación entre sí como los momentos temporales si y solo si el tiempo no es meramente una sucesión, sino no reconocería el pasado como mío porque mi presente puede ser distinto al pasado[22]. Sino el tiempo más bien debe tener un “espesor” en el que presente esta “espesado” por el pasado del cual no puede desligarse (e “hinchado” por un futuro del que podría decirse que esta preñado) y así se reconocería el pasado y el futuro como suyo.

Entonces el problema de la relación alma-cuerpo es pasa a ser la interrelación entre los momentos del tiempo. Hay pues un entrelazamiento entre ellos. Así el presente se espesa, toma un cuerpo. Y de ahí el ser (que habíamos identificado con el presente) es pues no solo tiempo, sino tiempo-espacio, o tiempo-cuerpo.

Podemos ver mejor esto a partir de que esto responde a la  pregunta que Merleau-Ponty se hacía en la fenomenología de la percepción: “¿Cómo es que el impacto de una metralla en la región occipital de un cerebro puede afectar el pensamiento, cómo "la metralla se habría encontrado con la función simbólica"?[23] García dirá:

“El organismo es, entonces, un pasado que se perpetúa en el presente, un pasado que nos es contemporáneo y que por eso comunica interiormente con la conciencia -es conciencia como la conciencia es cuerpo-, siendo ambos dimensiones entrelazadas de la misma estructura temporal”[24]

Es decir, que esta conexión se basa en algo que la filosofía muchas veces ha dejado de lado: Que la conciencia es inseparable del cuerpo y con ello, el tiempo es inseparable del espacio. Esta relación del cuerpo con el organismo tiene una naturaleza que muestra la naturaleza del presente con su doble horizonte como vimos en la parte anterior: Por ejemplo, al intentar mover voluntariamente un dedo ese movimiento no es completamente total (no puedo por ejemplo moverlo hasta que toque mi muñeca), está marcado por lo que mi mismo cuerpo me parte hacerlo. Esto es porque no puedo apropiarme completamente de mi pasado, dado que siempre soy a la vez deudor del mismo. Así el pasado y el presente se trascienden: Mi voluntad trasciende el pasado desde el presente en tanto que puedo dar una nueva reconfiguración (fundierung); por ejemplo la enfermedad trasciende el presente desde el pasado. Así García finalizará diciendo que para Merleau-Ponty la “trascendencia” de la conciencia se comprende por la espesura del tiempo que me abre hacia un pasado que no viví y un futuro que no podré vivir[25]

A partir de este espesor que finalmente es corporal y por tanto espacial podemos entender porque el sujeto no constituye el tiempo. Si bien el sujeto es temporal, e incluso se encuentra en el mismo despliego del tiempo, no lo constituye “porque el espesor de su ser corporal es la huella de un tiempo que le es a la vez propio y ajeno - desconocido, "salvaje", incontrolable”.[26]  Entonces, el espesor pues es la figura que mejor representa la noción del doble horizonte del presente y donde esta característica solo puede cobrar sentido a partir de un cuerpo y es ahí donde el tiempo y el espacio tienen una conexión.

B. Transparencia y Profundidad
Otro concepto clave para entender la espacialización del tiempo es la “transparencia”. Este refiere a algo clave en el momento de la percepción. Por ejemplo, cuando percibimos un cubo, las caras  posteriores que no vistas son percibidas "como por transparencia". La anticipación que hacemos constituye esta transparencia.

Esta es la intencionalidad operante de nuestro cuerpo hacia el campo de presencia, donde cada movimiento presente significa la simultaneidad “en transparencia” con los otros momentos (pasado y futuro). Ello termina siendo pues el despliegue de la profundidad espacial de esta. ¿A qué nos referimos con ello? García dirá para responder ello:

En efecto, ¿qué otro modo tenemos de pensar y de experimentar la coexistencia de los momentos temporales -retenciones y protensiones en el presente- más que como los horizontes que están implicados en cada percepción espacial particular, es decir, en la profundidad y el espesor que acompaña y prolonga cada escorzo en otros escorzos y cada objeto en un campo?[27]

Es decir, que el pasado y el futuro, no retenciones y protensiones, recuerdos y expectativas, sino más adecuadamente son los espacios que acompañan inseparablemente a lo visible (lo que “percibimos” propiamente en un sentido estrecho). “Son contracaras, fondos, sombras, reflejos, fantasmas y transparencias: el tiempo no está en la conciencia, sino en lo que se asoma y se escurre por el rabillo del ojo. Lo temporalmente anterior y posterior no es más que la transparencia de lo que está por debajo, por detrás o a lo lejos.”[28]

Incluso podemos ver que esto está presente en nuestra cotidianidad del lenguaje: Cuando decimos “la semana próxima", nos referimos a una dimensión de cercanía una que está agarrada a la simultaneidad en la profundidad del espacio que habito. Hay pues lo invisible se muestra como entrelazado esencialmente al espacio mismo visible. Este entrelazamiento muestra porque lo que percibo no lo constituyo y es porque se hunde en o se extiende hacia lo que no podría percibir (una mayor mostración de por qué no lo constituyo se verá en con la noción de opacidad).

Merleau-Ponty dirá entonces que "al venir a lo visible, las cosas inscriben una sombra de sí mismas que es imborrable - El pasado no es inmaterialidad, 'recuerdo puro': es por el contrario lo que ha sido visto o visible, indestructible como sombra o doble de lo visible”[29]. Y lo mismo podría decirse del futuro: Un más allá o más acá de lo visible pero no fuera por completo del mismo, como si fueran las vísceras o las entrañas del cuerpo, que no podemos ver pero que determinarán de cierta forma lo que el cuerpo hará.

C. Intersubjetividad, co-percepción y co-existencia
Con esta noción de tiempo, veremos que este nunca es primera conciencia solo de mí mismo sino del espacio y por tanto de los otros: es una función de mi cuerpo que es capaz de co-percibir con otros el mundo y por ende de mi socialidad. Percibir algo es percibir algo que los otros también pueden percibir.
Así, García dirá que “mi pasado y mi futuro son también y originariamente el pasado y el futuro de otros o, dicho de otro modo, el pasado y el futuro espesan mi presente porque mi subjetividad está contaminada y mezclada ontológicamente con los otros”[30]. Gracias esta característica de un tiempo compartido es que podemos hablar de una unidad del mismo en el espacio: "es porque dos conciencias tienen en común la porción extrema de su experiencia exterior [i.e., espacial] que su tiempo es uno"[31]. El tiempo-uno se funda gracias a que las dimensiones percibidas por otros están co-implicadas con lo que yo mismo percibo.

En este tiempo-uno, el pasado, por ejemplo, es un ladrillo de la "vida monumental" del espacio percibido, un "pasado arquitectónico", "indestructible e intemporal"[32].  Es decir, que el pasado constituye un común para todos y que incluso de da incluso una "amplificación hacia el pasado y hacia la naturaleza, insectos, crustáceos en (debajo de) la masa congelada. ¿Es presente, es pasado?"[33] Es algo que permanece en todo momento, reconfigurado con los diferentes movimientos, pero nunca dejado de lado. Esta noción va a ser clave para las respuestas a las preguntas de la trascendencia que veremos en la tercera parte.

D. Opacidad y lucha
La noción de opacidad será una de las nociones fundamentales para entender el concepto de espacialización de la temporalidad y también la idea de la filosofía misma de Merleau-Ponty que resulta una crítica a la filosofía moderna. Esta noción parte desde el hecho de que en la percepción del campo de presencia de un objeto no sólo coexisten las otras posibles apariciones de los otros lados que no percibimos del objeto mismo, sino es posible que los componente microscópicos del objeto mismo pase a formar parte de otro objeto del campo de presencia o también como parte de la dinámica figura-fondo, este mismo objeto dejaría de ser objeto para convertirse en campo o fondo donde aparecen otros objetos. Ello quiere decir que todas las percepciones pasadas y futuras posibles coexisten simultáneamente en el mismo espacio percibido y por ello es que "hay que definir [...] lo visible, no como aquello con lo que tengo relación de hecho por visión efectiva, sino también como aquello de lo que puedo tener [...] telepercepción"[34]. Así lo visible se convierte en vez de algo claro, en una opacidad, plegado de un infinito campo de posibilidades de sentido.

Ahora también es necesario tener en cuenta que con cada anticipación, hay una posibilidad decepción, de fallar al momento de anticipar lo otro que estoy por percibir. Entonces, en el movimiento mismo, no solo retengo lo que anteriormente se me ha presentado, sino el objeto mismo que estoy percibiendo (en tanto la articulación de la retención, lo presente y la protensión y es la idea con la cual vivo en el mundo). Y en cada movimiento esto presentado se ve en lucha con lo que ahora nuevamente percibo que puede ser distinto a lo que esperara que fuera. Así hay una incomposibilidad en cada movimiento pero la vez la coexistencia de ambas visiones. Esto es inherente a toda experiencia.

Y si eso solo es así para la percepción de nuestro cuerpo mismo, podemos decir que ya con la co-percepción esto se complejiza aún más. Y ahí en el espacio está la coexistencia de tiempos incomposibles. Así García dirá que para Merleau-Ponty “lo visible es un perpetuo campo de batalla, una batalla silenciosa y sin historia de múltiples perspectivas diferentes que rivalizan en simultaneidad.”[35]

La opacidad trae consigue entonces un campo de batalla, de fuerzas que van en todos los sentidos, donde cada generación de sujetos es capaz en esta batalla de transformar lo anterior pero que a la vez, en un momento diferente puede reaparecer en nuevo sentido. Y todo esto se libra en el espacio mismo de lo visible. Es un espacio en ebullición.

García hace una reflexión que da cuenta que de la conexión intima entre tiempo y espacio, donde ambos nociones se hallan interrelacionado en único ser[36]:
En definitiva, ¿qué sería ese espacio invisible hacia donde se desliza y desde donde sobreviene lo visible más que el pasado y el futuro, es decir, el tiempo? En efecto, este último argumento resulta tan válido como el argumento inverso de la espacialización del tiempo (el pasado y el futuro no podrían atravesar la simultaneidad del presente más que desplegándose en la profundidad del espacio). Esta inter-remisión infinita entre tiempo y espacio contiene una significación suficientemente misteriosa e inagotable, y la reflexión merleaupontyana podría demorarse eternamente en ella -en cierto sentido lo hace-: se trata siempre y únicamente de "captar ese mismo tiempo que es espacio, ese mismo espacio que es tiempo"[37]

E. Entrelazamiento como noción transversal
Con toda esta reflexión hemos visto que ha habido una noción que ha sido transversal y es la noción del entrelazamiento de lo mismo y lo otro que Merleau-Ponty lo definirá como aquello que "no efectúa superación, dialéctica en sentido hegeliano" precisamente porque "se efectúa sin desplazamiento, por superposición, espesor, espacialidad".[38]. Es la idea de que en lo mismo ya se encuentra lo otro. Todo ello nos vuelve a remitir al fundierung, al motivo/motivado, donde el motivo invita a producir un nuevo sentido. Lo interesante que se puede agregar a partir de lo todo lo visto es que no hay un desplazamiento, sino que ese nuevo sentido llena el sedimento, no lo deja de lado. No es un movimiento de superación sino de espesamiento.

Como dijimos esto se puede ver en el mismo acto de filosofar sobre el tiempo de Merleau-Ponty. Con cada noción que se desarrollaba se producía un nuevo sentido del fenómeno en cuestión, pero este se hallaba entrelazado con lo anterior, que a la vez gestaba ya su otredad. Y así continuamente. Pero el movimiento mismo ha dado cuenta de la propia opacidad de la noción que se ha mostrado.


3. Conclusión: La resolución de los problemas de la trascendencia a partir de la noción de temporalidad de Merleau-Ponty.  
La idea de esta última parte no es tratar de presentar un resumen de las ideas sobre la temporalidad que han sido expuestas previamente. El objetivo más bien es señalar cómo la noción de temporalidad de Merleau-Ponty puede dar solución a los problemas de la trascendencia, problemas que han sido parte de la reflexión filosófica desde sus inicios y que se ven planteados de una manera más clara y la vez complejizada por la modernidad. Para Merleau-Ponty estos problemas serán la relación del alma con el cuerpo, el mundo previo al hombre y la relación con los otros. Señalo que la modernidad complejizo estos problemas en tanto que planteo una subjetividad ajena a su corporalidad y así se problematizo aún dichas cuestiones. ¿Con el retorno al mundo-de la-vida y la recuperación de la corporalidad, hecha por Merleau-Ponty, se podrá dar solución? Este filósofo plantea que dicha solución “se encuentre en la espesura del presente pre-objetivo”[39]

Las respuestas que da ante estos problemas las desarrolla en las últimas páginas de la sección sobre la temporalidad. Esas ideas serán presentadas ahora pero también se agregará la espacialización del tiempo para darle una mayor consistencia a los planteamientos. Cabe precisar que dos de los tres planteamientos han sido ya abordados de manera explícita en la exposición; en cambio, el problema del mundo previo al hombre ha sido mencionado de una manera lateral y es ahí donde quizás haya una mayor libertad interpretativa para señalar cómo podría darse respuesta desde la noción de temporalidad de Merleau-Ponty.

 A. La relación alma-cuerpo:
Merleau-Ponty nos señala que hay una interrelación entre tiempo y cuerpo (ya la modernidad y la fenomenología habían demostrado la relación entre conciencia y temporalidad). Sin un cuerpo, no podría reconocer el pasado como mío (no habría conciencia que permanece en el tiempo) porque mi presente puede ser distinto al pasado. Un ejemplo cotidiano de ello es por ejemplo con se injiere mucho alcohol: Uno puede perder muchos recuerdos de los sucesos que se dieron mientras se estaba bajo su efecto y podría desconocer dichos sucesos. Pero el cuerpo siempre es prueba de que la conexión de esos sucesos para mí, me recordará lo que ha sucedido. La temporalidad es espesura y tiene un doble horizonte (pasado y futuro) y este entrelazamiento solo es posible gracias a que hay un cuerpo-espacio.

Pero a la vez no podemos hablar de mi cuerpo si es que no somos temporalidad. Hablar de corporalidad es hablar de temporalidad, “porque el espesor de su ser corporal es la huella de un tiempo que le es a la vez propio y ajeno - desconocido, "salvaje", incontrolable”.[40]. Mi corporalidad es mi pasado que se da en el presente y que en sus entrañas guarda la semilla del futuro y “la dialéctica de lo adquirido y del futuro es constitutiva del tiempo”[41]. Entonces no hay conciencia sin cuerpo. Temporalidad y corporalidad son nociones interrelacionadas.

B. El mundo previo al hombre
En la fenomenología de la percepción, Merleau Ponty dirá que la proposición “El mundo ha precedido al hombre” es una reflexión abstracta del intelectualismo. Sin embargo, todo lo científico presupone nuestra experiencia pre-cientifica del mundo. Esto no da la conclusión de que el mundo sea constituido por la consciencia, sino que siempre en el conocimiento del mundo encontraremos presente nuestra subjetividad.

Sin embargo esto nos pone ante el problema de la “ancestralidad” que plantea Quentin Meillassoux[42] sobre cuál es el referente de las proposiciones que hablan sobre el mundo previo al hombre. En un primer momento podría decirse que su referente es la “creación” de un momento de abstracción, puesto que un mundo previo al hombre no solo es imposible de experimentar sino también de pensar porque siempre vamos a partir desde nuestra propia humanidad. Podemos imaginarnos no existiendo, pero incluso dicha imaginación es la imaginación del hombre. Sin embargo, esto podría poder en cuestión la existencia misma de un mundo previo al hombre (o independiente a la existencia de este), mediante la respuesta de que es imposible saberlo o incluso pensarlo.  Y con ello, tal como hizo Hegel con el Noúmeno, podemos obviarlo porque incluso ese mundo previo al hombre es una construcción reflexiva y así se subsumiría a la conciencia misma.

Sin embargo Merleau-Ponty puede dar otra respuesta. La noción de temporalidad nos muestra que nuestro presente se abre a un pasado que no vivi (que de alguna manera “heredamos”, en el cuál hemos sido arrojados) y un futuro que no viviré. Ello es prueba de porque no constituimos el tiempo. Es nuestra condición de pasividad que a la vez es lo que nos llama a la reconfiguración (la dinámica del motivo/motivado). La huella de ese pasado se halla en mi propio cuerpo, en mi campo de presencia, pero a la vez es común para todos. Entonces, es posible tener una referencia (un referente) de un pasado “ancestral” (en término de Meillassoux), anterior al hombre, porque aún permanece de cierta forma en el presente que ahora vivo. Puede haber sido reconfigurado de distintas maneras pero está ahí presente. Reconozco la existencia de un mundo anterior a lo humano o independiente a este, no por un proceso reflexivo sino porque en el día a día lo experimento en mi condición de arrojado. Ahora la manera en cómo me refiero a este, cómo lo pienso o cómo le doy sentido varía de diferentes e inagotables maneras, y es por ello que la ciencia no tiene una “verdad” última.

C. La relación con los otros
Merleau Ponty se pregunta: “¿No me es imposible concebir, ya sea después de mí, ya sea incluso durante mi vida, a otros hombres en el mundo si de verdad mi presencia en el mundo es condición de posibilidad de este mundo?”[43]. Ante ello da la siguiente respuesta:  

“Pero dos temporalidades no se excluyen como dos conciencias, porque cada una no se sabe más que proyectándose en el presente y porque ellas pueden, en él, entrelazarse. Como mi presente viviente abre hacia un pasado que, con todo, ya no vivo y hacia un futuro que todavía no vivo, que tal vez no viviré nunca, también puede abrir a unas temporalidades, que yo no vivo, y tener un horizonte social, de modo que mi mundo se encuentra ampliado a la medida de la historia colectiva que mi existencia privada reanudad y asume”[44]

En esta cita se habrá la posibilidad de un mundo intersubjetivo a partir de la posibilidad de la coexistencia de temporalidad. Ya vimos que esta coexistencia termina siendo incomposible y que da como resultado una lucha permanente en el espacio. Pero también podemos ver la necesidad de la intersubjetividad en tanto que que el sujeto que vive en la dialéctica de lo constituido-constituyente, del motivo-motivado, es decir que el sujeto se hace sujeto en tanto parte de un mundo sedimentado (compartido y producido también por otros)  que nos impulsa a producir nuevos sentidos. Así mi subjetividad “está contaminada y mezclada ontológicamente con los otros”[45], como habíamos visto anteriormente. Y es gracia ello que podemos hablar de una unidad del mismo en el espacio: "es porque dos conciencias tienen en común la porción extrema de su experiencia exterior [i.e., espacial] que su tiempo es uno"[46]. La unidad se funda gracias a que las dimensiones percibidas por otros están co-implicadas con lo que yo percibo, como lo habíamos visto anteriormente.


Bibliografía:
1.    Maurice Merleau Ponty (1975)-La fenomenología de la percepción
2.    Carmen López (1989)- Tiempo y subjetividad en M. Merleau Ponty
3.    Mario Torboso (2007)- Fenomenología del trascurso del tiempo
4.    Esteban García (2013)- El primado del espacio en la fenomenología del cuerpo de Maurice Merleau Ponty
5.    Quentin Meillassoux (2015)- Después de la finitud. Ensayo sobre la necesidad de la contingencia.



[1] Toboso (2007) nos dice que podemos entender como campo de presencia: “es en él donde —según nos dice (2000, p. 423) — el sujeto toma contacto de una manera inmediata con el tiempo y aprehende su transcurso. Así, la experiencia originaria en la que el tiempo y sus dimensiones se le muestran sin distancia interpuesta y en una evidencia última consiste en tener "a la mano" en dicho campo las representaciones o contenidos de conciencia. El campo de presencia constituye el contexto temporal en el que sus acciones se desenvuelven y donde todo acontecimiento debe integrarse para cobrar algún sentido en su quehacer. El sujeto aprehende en este marco el transcurso de su acción en el tiempo mediante una doble extensión intencional que le permite tener "a la mano" sucesos y contenidos desposeídos de la inmediatez atribuible a lo actual (Sánchez, 1998, p. 242)”. La noción se va a entender de una manera más clara conforme se desarrolle la idea misma de temporalidad.
[2] Fenomenología de la percepción p.424
[3] Ibid p.430
[4] Ibid p.427
[5] Ibid p.428
[6] Ibid p.429
[7] Ibid p.431
[8] Ibid p.420
[9] Ibid p.431
[10] Ibid. p 432
[11] Idem.
[12] Ibid p.433
[13] Ibid p.435
[14] Idem.
[15] Tiempo y subjetividad en M.Merleau-Ponty p.118
[16] Fenomenología de la percepción ps.437-438
[17] Ibid p.438
[18] Tiempo y subjetividad en M.Merleau-Ponty p.120
[19] Profesor de la Universidad de Buenos Aires, miembro del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Miembro del Círculo Latinoamericano de Fenomenología. Especialista en temas de corporalidad y Merleau-Ponty.  http://www.clafen.org/clfdir.htm
[20] El primado del espacio en la fenomenología del cuerpo de Maurice Merleau-Ponty. P.30.
[21] Fenomenología de la percepción p. 440-441
[22] Llama la atención de esta idea con la noción kantiana de sustancia como aquello que permanece y que permite darle un orden objetivo a la sucesión temporal. Si no hubiera una sustancia que permanece, señala Kant, externa a mi conciencia, no habrá seguridad de la conexión entre los momentos temporales pues todo fluiría y no habría una referencia. Es evidente que hay una diferencia con lo que se señala aquí pero llama la atención los posibles puntos de encuentro.
[23]Ibid. p.143
[24] El primado del espacio en la fenomenología del cuerpo de Maurice Merleau-Ponty.  P.29
[25] Ibid p.31
[26] Ibid. p.28
[27] Ibid p.27
[28] Ibid. p.31-32
[29] 9 Merleau-Ponty, Maurice (1996): Notes des cours au Collège de France 1958-1959 et 1960-1961, op. cit., pp 198 en  El primado del espacio en la fenomenología del cuerpo de Maurice Merleau-Ponty. 
[30] El primado del espacio en la fenomenología del cuerpo de Maurice Merleau-Ponty.  P.32
[31] Merleau-Ponty, Maurice (1995): La nature, op. cit., p. 153 en El primado del espacio en la fenomenología del cuerpo de Maurice Merleau-Ponty. 
[32] Merleau-Ponty, Maurice (1970): Lo visible y lo invisible, op. cit., p. 293. En El primado del espacio en la fenomenología del cuerpo de Maurice Merleau-Ponty.   
[33] Merleau-Ponty, Maurice (1996): Notes des cours au Collège de France 1958-1959 et 1960-1961, op. cit., p. 207
[34] Ibid 310
[35] El primado del espacio en la fenomenología del cuerpo de Maurice Merleau-Ponty.  P.34
[36] El primado del espacio en la fenomenología del cuerpo de Maurice Merleau-Ponty.  P.41
[37] Merleau-Ponty, Maurice (1970): Lo visible y lo invisible, op. cit., p. 311
[38] Ibid. p 317
[39] Fenomenología de la percepción p.440.
[40] El primado del espacio en la fenomenología del cuerpo de Maurice Merleau-Ponty.  p.28
[41] Fenomenología de la percepción p.439
[42] Después de la finitud. Ensayo sobre la necesidad de la contingencia
[43] Fenomenología de la percepción p.440.
[44] Idem.
[45] El primado del espacio en la fenomenología del cuerpo de Maurice Merleau-Ponty.  P.32
[46] Merleau-Ponty, Maurice (1995): La nature, op. cit., p. 153 en El primado del espacio en la fenomenología del cuerpo de Maurice Merleau-Ponty.