domingo, 9 de octubre de 2011

Lo extraño en un mundo no humano.


-Todo lo que no es propiamente uno mismo,  es extraño. Incluso uno mismo, pretendiendo ser 
uno y solo, es extraño, porque su conciencia no parece igual a su cuerpo.

Se vive en un mundo plagado de seres mágicos, extraños, diferentes a uno mismo. Se puede sentir aromas, sabores y colores distintos a los de uno. Resultan extraños para quien vive en el eterno misterio. Para quien no, esa rareza es pasada por alto y solo se dedica a verse a sí mismo. Inclusive, en ese acto de ver el espejo, uno puede percibir minuciosamente que sus extremidades, por más que son extremidades, son diferentes. Esto, para aquel que solo se ve a sí mismo parece cotidiano, simple, normal. Pero para aquel amante de la magia de la existencia le parece un motivo más, de los miles que hay, para dar vuelta tras vuelta e intentar resolver el misterio tras la Diferencia del mundo que sentimos.



Es, pues, así que esos extraños seres se sientan en un roca en las afueras de la ciudad, espacio plagado de normalidad, y mirando las estrellas, viaje en el tiempo, empiezan a pensar:

"¿Lo que miro, según reflexiones anteriores, no es acaso el producto de mi propio ser? ¿No es que acaso soy yo el creador de ese mundo de pasiones e ilusiones que llamamos tierra?"  ¡Oh, hombre-Dios, no hay palabras más sabias que esas!

Pero pobre Dios que en verdad no es omnipresente: es tan solo un simple artesano, el maestro de los artesanos, del cual surgen los demás, pero moldeador al fin y al cabo. Este hábil ser, comprende que para ser más hábil y realizarse siendo, debe comprenderse a sí mismo. Fue así como se llego a la situación de reflexión en las afueras de la ciudad.

"¿Existe esa extrañeza del mundo, de los objetos distintos a mí, en la que lo yo moldeo, condenado a hacerlo? ¿Qué es lo que hace que mi ser arme las estrellas de esa forma y los lagos de otra forma?"

"¿Soy yo mismo, en mis ansias por vivir, quien impregna la extrañeza y la diferencia? ¿O es que lo que tengo que moldear siempre es diferente?"

Se pusieron a pensar sobre esto. Dar una respuesta, significaría romper las cadenas de sus propios ser, para así poder afirmarse como tales. Significaría salir de uno mismo, para volver a sí mismo. Es ya no solo conocer lo que un produce sino también lo que le da contenido a ese producto. Saber algo del territorio y no solo lo que me muestra el mapa que propiamente fabrico para sobrevivir en un territorio que ya no parecería oscuro e incognoscible, lleno de seres que sueño pero que jamás se conocerá, aunque sea de manera indirecta.

"Existen estrellas y árboles o porque lo que es base para mi artesanía es un material para las estrellas y otro para los árboles; o mi propia habilidad los construye así, mediante un proceso que puede ser Cosmos o Caos, este último es Cosmos siendo Caos. Es decir, mi habilidad sería cósmica, habilidad dirigida por un principio legislador".

"Vivimos y para eso debo saber que vivo. Solo sé que nada sé viviendo. Sé. Saber es producir. Puedo conocer de distintas maneras, algunas bellas, otras feas, algunas dulce y otras agrias, pero conozco. Conozco la Diferencia y la extrañeza. Como artesano, también fui hecho mismo polvo, desconocido aún, al cual ordeno y así creo el mundo. Ese polvo son varios y múltiples, polvo-estrella, polvo-agua o es un único polvo, polvo-Uno".

Recuerdo, hombre: polvo eres y polvo serás. Hombre que crea a partir de lo que recibe. Recibe extrañezas o  las produce, pero la extrañeza ya esta impregnada en el polvo. El Polvo es extraño en su multiplicidad.

Así aquellos seres que meditaban mirando a las estrellas, comprendieron que aquel mapa trazado en los cielos, contenía en su propia existencia parte del territorio que buscaban emular para sobrevivir. Eran el territorio guiado por sí mismo, por su propio ser, por su propio Cosmos.¡Oh, dichosos, pudieron salir de sí para conocerse a sí mismos, comprendiendo que la extrañeza del devenir es parte de la extrañeza del existir más allá de si, más allá del ser-humano!

Hombre del misterio, no puede dejar de indagar, para desvelarlo:

Las estrellas, el sol y la luna, es decir, la extrañeza y multiplicidad de mí existir, debe su rareza por aquel caudal que fluye sin cesar, productor del olvido de aquello que ya no-es, o por aquel tablero donde asentamos nuestros pies, que puede o no puede ser diferente lo que habita en él en una distinta casilla; o porque sencillamente el sol es sol y la luna es luna, distintas formas de ser a partir de distintos principios. ¿Podrá aplicarse lo mismo a la existencia más allá de mi?

Ya era muy de noche y decidieron dormir, con la esperanzas de que en sueños, reino de lo fantástico, se pareciera la forma de desvelar el misterio de la rareza.


"Si solo existe lo Uno, no puede existir algo distinto a sí mismo. Pero como existo y existes tú, no existe lo Uno, por más ilusión que seamos, ya que lo Uno no puede imaginarse algo distinto a él".