domingo, 11 de mayo de 2014

Educación Universitaria y el Desarrollo Humano: Un esbozo sobre una posible medición de la contribución de las Universidades a la ampliación de capacidades desde la noción de justicia distributiva.

En el presente trabajo se abordará la relación que las universidades deberían tener con el Desarrollo Humano y el Enfoque de Capacidades. Dicho vínculo debe atravesar las cuatros funciones esenciales de la universidad. Estas son: Formación, Investigación, Relación con el entorno y Gestión. Ello supone repensar la forma de concebir a las universidades y la gestión de las mismas. Porque en la actualidad, las concepciones dominantes del fin de una universidad están llevando a un alejamiento de la contribución de esta con ampliar las libertades de las personas.
Se presenta esto desde un área específica que es la gestión económica de la universidad y su relación con los ingresos generados por las pensiones de los estudiantes. Se trabaja esta relación a partir de una redefinición de la noción de justicia distributiva y cómo, debiendo apuntar a ello, se tiene que reformular la gestión económica.

Palabras claves: Universidad; Justicia Distributiva; educación


Introducción
La presente ponencia tiene como objetivo brindar una aproximación de cómo podría pensarse la relación entre las universidades y el Desarrollo Humano. Aunque dicho vínculo se tome como evidente, muchas veces es solo una declaración de principios o se concibe desde un enfoque limitado. Aquí se verá no solo que debe existir dicho vínculo de una manera más amplia de lo que las concepciones actuales plantear. Se planteará como esta relación debe darse de manera transversal a todas las funciones de la universidad. Y se  centrará en un área específica de la institución universitaria como es la gestión económica y su relación con los ingresos provenientes de las pensiones de pregrado.

1. El enfoque de capacidades
El enfoque de capacidades sostiene que el desarrollo de las sociedades “puede concebirse como un proceso de expansión de las libertades reales de que disfrutan los individuos” (Sen 2000: 19). Es un enfoque que se contrasta con otras visiones del desarrollo, como con la del crecimiento económico o el aumento de los ingresos personales. Parte de la pregunta "¿Qué es capaz de hacer y de ser cada persona?” (Nussbaum 2012a: 38)  Toma como base la noción de que las personas son libres y capaces de influenciar en su propio destino. El ser humano es ante todo un agente, que significa que es una “persona que actúa y provoca cambios y cuyos logros pueden juzgarse en función de sus propios valores y objetivos, independientemente de que los evaluemos o no también en función de algunos criterios externos” (SEN 2000: 35).

El fin del enfoque de las capacidades es la realización humana, que se entiende siguiendo a Aristóteles, como Eudaimonía o “florecimiento humano”. Esto significa “en otras palabras, como la actualización plena de las potencialidades valiosas de las personas” (Tubino Y otros 2011: 79). Así pues, si el ser humano es un agente, para poder realizarse se debe ampliar las capacidades de “elegir el tipo de vida que corresponde mejor con  lo que las personas consideran valioso y tiene razones para valorar” (Ruiz-Bravo, Patrón Y Quintanilla (Comp.) 2009: 17)

Por capacidades se entiende un conjunto de oportunidades para elegir y actuar. Es un tipo de libertad: la libertad de poder vivir de distintas maneras. Es un concepto complejo porque no solo supone las habilidades interiores de las personas, sino las condiciones socio-económicas para poder alcanzar combinaciones alternativas de funcionamientos. Un funcionamiento es una manera de vivir. “Los funcionamientos son seres y haceres que, a su vez, vienen a ser los productos o las materializaciones de unas capacidades” (Nussbaum 2012a: 44). Por lo tanto, una persona es más libre “cuanto más vectores (de funcionamiento) sean accesibles y cuantos más elementos valiosos para la persona tengan esos vectores” (Ruiz-Bravo, Patrón Y Quintanilla (Comp.) 2009: 19)

Aquí cabe reflexionar sobre qué tipo de libertades u oportunidades se deben ampliar. ¿Es desarrollo humano el mero hecho ampliar las oportunidades de realizar actividades que se consideren “valiosas”, no importa cuáles sean aquellas a las que se otorga dicho título? Podemos decir que no. El desarrollo humano es la búsqueda de que todas las personas tengan calidad de vida y por lo tanto una vida digna. La dignidad humana es una noción intrínseca al propio hombre y que plantea que el hombre es un fin en sí mismo. Nussbaum (2012c: 166-168) plantea que la dignidad humana va intrínsecamente ligada a lo que define a un hombre: su racionalidad, la sociabilidad, sus necesidades. Es decir, va  relacionada propiamente a lo que un hombre es capaz de hacer y ser en tanto hombre. El hombre es un fin en sí mismo en tanto que en el mismo encuentra la capacidad o posibilidad para poder realizar su propio ser en tanto hombre. Una vida digna es aquella donde pude hacerlo realmente. “La idea de dignidad humana normalmente implica la idea de un igual valor” (Ruiz-Bravo, Patrón Y Quintanilla (Comp.) 2009: 38). Ello supone que todos los humanos somos iguales en valor y eso ya nos aleja de la  noción de que lo valioso queda determinado en última instancia por cada cultura.

Hay ciertas condiciones o libertades (capacidades) que permiten una vida humanamente digna y que son universales a todos, pues compartimos una humanidad común. Estas son las diez capacidades centrales que Martha Nussbaum señala y que se puede ver mejor en su libro “Crear Capacidades” (2012a). Así se plantea que “hay maneras de vivir que son verdaderamente humanas, propias de la dignidad de un ser humano; y otras que no lo son” (Ruiz-Bravo, Patrón Y Quintanilla (Comp.) 2009: 40). Las primeras son las que permiten el florecimiento humano. Y si el hombre es un fin en sí mismo, de igual valor que todos los demás, la vida de un individuo y su relación con los otros tiene que verse atravesada por dicho principio. Entonces, el enfoque supone una ética y preocupación por la vida de los otros para que esta pueda ser vivida dignamente.

De la lista de las capacidades centrales hay dos que desempeñan un papel “arquitectónico diferenciado, pues organizan y tienen una presencia dominante sobre las demás. Son las de la afiliación y la razón práctica” (Nussbaum 2012a:59). La razón práctica es la capacidad para reflexionar críticamente acerca de la planificación de la propia vida. “La oportunidad de planificar la propia vida supone una oportunidad para elegir y ordenar también los funcionamientos correspondientes a las diversas capacidades restantes” (Nussbaum 2012a:60). Es fundamental pues es  justamente la capacidad para deliberar y decidir sobre nuestra propia vida.

Lo mismo sucede con la afiliación. Esta es la capacidad de poder vivir e interactuar con los demás y que esta convivencia se base en el mutuo reconocimiento de la dignidad de todos. Es arquitectónica porque “se entiende que domina sobre las demás capacidades, pues cuando estas están disponibles de un modo respetuosa con la dignidad humana, la afiliación forma parte de ellas (la persona es respetada como ser social)” (Nussbaum 2012a: 60). Esta capacidad no solo es fundamental por el reconocimiento de la dignidad sino porque también se entrelaza con la razón práctica. Esta última se ve condicionada por las estructuras sociales, las culturas y las relaciones con los demás, y que propiamente determina la identidad.

En ese sentido, Charles Taylor señala lo siguiente:  “Mi identidad se define por los compromisos e identificaciones que proporcionan el marco u horizonte desde el cual yo intento determinar, caso a caso, lo que es bueno, valioso, lo que se debe hacer, lo que apruebo o a lo que me opongo. En otras palabras, es el horizonte dentro del cual puedo adoptar una postura” (Ruiz-Bravo, Patrón Y Quintanilla (Comp.) 2009: 72). Nuestras identidades se configuran en función de nuestras comunidades de pertenencia, los roles sociales  y nuestros ideales morales. Así, “la identidad es una construcción intersubjetiva. Las identidades múltiples que constituyen mi identidad no son escogidas en un acto de deliberación racional. Se construyen en las relaciones con los otros” (Ruiz-Bravo, Patrón Y Quintanilla (Comp.) 2009: 61).

Con todo lo señalado, si es que quiere realmente ampliar la libertad de las personas para elegir el tipo de vida que consideren valiosa y tengan razones para valorar, se tiene que buscar ampliar los horizontes desde los cuales se constituye la identidad. “El contacto intercultural pone de manifiesto nuevos sentidos de concebir el mundo y la vida, así como nuevas prácticas sociales disponibles a los usuarios de las diversas culturas” (Ruiz-Bravo, Patrón Y Quintanilla (Comp.) 2009: 75). Así se entiendo porque Martha Nussbaum plantea el ideal cosmopolita (2013) de ciudadano del mundo, que se abre ante nuevas posibilidades de sentido y busca sentidos compartidos por todos, universales, propios de todos los humanos desde los cuales puede desarrollar y florecer su humanidad y a partir de ellos adquirir un compromiso con todos los hombres y no solo con lo de un grupo específico. Es el hombre en la búsqueda de la verdad.  

2. La finalidad actual de la institución universitaria
La sociedad se constituye a partir de instituciones. Si se busca la ampliación de las capacidades de las personas el reto está en “cómo crear instituciones que sustenten el desarrollo humano y cómo ordenar estas instituciones en sistemas institucionales que aseguren su continuidad” (Ruiz-Bravo, Patrón Y Quintanilla (Comp.) 2009: 124). Por ello, se reconoce la importancia fundamental de las instituciones para el desarrollo humano:

Los individuos viven y actúan en un mundo de instituciones. Nuestras oportunidades y perspectivas dependen sobre todo de las instituciones que existe y cómo funcionan. Las instituciones no solo contribuyen a aumentar nuestra libertad, sino que su papel puede evaluarse de manera razonable a la luz de su contribución a aumentarla. La concepción del desarrollo como libertad permite evaluar sistemáticamente las instituciones (Sen 2000:178)

La pregunta que guía esta ponencia es cómo hacer para que las universidades contribuyan al desarrollo humano. Entonces hay que preguntarse cuál es el fin de la universidad, para así averiguar en qué áreas del desarrollo tienen una incidencia. Evidentemente, esta es una tarea sumamente compleja, porque no solo hay una definición del fin de una universidad. Hay diferentes tipos de universidades alrededor de todo el mundo, e incluso en nuestro país hay diferentes concepciones. A ello hay que sumarle que ha habido cambios en sus fines a lo largo de la historia de su existencia. Creo que los únicos elementos comunes que hay entre todas estas visiones es que son instituciones educativas (en un sentido amplio) donde se brinda conocimientos que permite ejercer una profesión.

Ahora de lo que se trata en el presente trabajo es esbozar la idea de una institución universitaria que contribuye realmente con el desarrollo humano. Ello supone, por una parte, un ideal que pasa por el reino del deber, pues es una propuesta hacia la cual debemos apuntar en base a lo señalado en el punto 1. Por otra parte, este ideal supone que en el presente aún no hay claridad entre esa relación entre universidad y desarrollo humano. ¿Por qué no sucede esto si se habla de educación y hay el consenso que la educación es fundamental del desarrollo? ¿Cuál es la concepción predominante sobre el rol o el fin de la universidad?

Podríamos decir, simplificando por motivos del presente ensayo, que hoy predominan a nivel mundial dos concepciones de universidades que se pueden interrelacionar. La primera concepción es la que señala que el fin de la universidad es contribuir con el crecimiento económico y por lo tanto, la educación universitaria debe desarrollar el capital humano. “La educación superior tiene un impacto directo en la competitividad del país a través de su efecto sobre la productividad de su mano de obra. La presencia de profesionales competentes es, sin lugar a dudas, uno de los factores que analizan los inversionistas al tomar sus decisiones” (SINEACE 2013: 14). Ello se debe a que “los modelos de crecimiento endógeno han destacado la contribución central de la acumulación de conocimientos al crecimiento del producto interno bruto” (Yusuf, Nabeshima (ed.) 2007: 4)

Así la educación es considerada como una inversión, tanto por su impacto en el crecimiento económico a través de la mejora de la competitividad de sus actores como por su capacidad para aumentar la empleabilidad y por lo tanto generar un retorno.

 “La teoría económica aporta al análisis de la educación considerándola como una decisión de inversión. Ello implica que un individuo renuncia a la oportunidad de generar ingresos en el presente y decide invertir recursos monetarios y de tiempo a cambio de una perspectiva de ingresos más altos en el futuro. En ese sentido, es natural hablar de una retorno a la educación, así como lo es cuando nos referimos a cualquier proyecto de inversión” (Yamada, Castro, Asmat 2013: 11)

Esta visión nos está llevando a una crisis silenciosa, como bien señala Nussbaum (2010), que pasa inadvertida pero que pone en riesgo la misma pervivencia de la democracia, como veremos en la siguiente sección, necesita de las humanidades para ello.  

“En todas las naciones del mundo se están erradicando las materias y las carreras relacionas con las artes y las humanidades (…) Concebidas como ornamentos inútiles por quienes definen las políticas estatales en un momento en que las naciones deben eliminar todo lo que no tenga ningún utilidad para ser competitivas en el mercado global”(Nussbaum 2010: 20)

Incluso desde este enfoque los hombres somos concebidos como medios para el crecimiento económico. “los seres humanos son considerados como factores productivos (como un elemento más del mecanismo productivo), y consiguientemente como un valor meramente instrumental” (Cejudo 2006: 369). Se parte, pues, desde un criterio económico y no desde el hombre mismo. “el criterio para medir la educación es la eficacia de la institución (…) para producir y reproducir el conocimiento experto que el sistema económico y social necesita para su mantenimiento y expansión” (Cejudo 2006: 372)

La otra concepción de universidad es la que nombraré como enfoque de investigación. Es la concepción que se puede ver a través de los rankings para medir las universidades y que actualmente son utilizados ampliamente a nivel mundial, tanto por la sociedad civil y medios de comunicación como por los gobiernos. Se basa en la idea de universidad de investigación proveniente del mundo de habla inglesa. En ellos se evalúa principalmente las investigaciones que se hacen en cada universidad en función a su trascendencia en el ámbito internacional. Setenta Rectores de toda Latinoamérica a través del “Encuentro Las Universidades Latinoamericanas ante los Rankings Internacionales: Impactos, Alcances y Límites” [1]señalaban que este enfoque resulta muy limitado porque deja de lado la función educativa y social de la universidad. Además simplifica la complejidad de las diversas instituciones universitarias. Por último, si incluso  nos centramos en la investigación, solo se mide la investigación y su relación con el mundo académico y no la contribución que hacen estas realmente con el desarrollo de la sociedad.

Como señalamos, ambos enfoques se ven relacionados. Yusuf y Nabeshima (2007) señalan como en todo el mundo es promovido el crecimiento económico desde las universidades a partir de la investigación e innovación. Ísmodes (2006) en la misma línea, describe como países que han priorizado en políticas de investigación, desarrollo experimental e innovación  han llegado a un alto grado de desarrollo.  Existe así también una vinculación entre estas visiones de universidad y el desarrollo de la sociedad, pues, por una parte, al ser una inversión la educación, mejora los ingresos de quienes acceden a ella y entonces se genera movilidad social. Por otra parte, se producen bienes y servicios que también contribuyen a mejorar las condiciones materiales de la comunidad.

Sin embargo, resultan limitadas para desarrollar las capacidades de las personas. Quedarse en dicha concepciones es seguir reproduciendo las injusticias de la sociedad. En el enfoque de capacidades, tal como lo concibe Nussbaum (2012a), se presenta una propuesta parcial de justicia social. “Proporcionar esas diez capacidades a todos los ciudadanos y ciudadanas es una condición necesaria de la justicia social” (P.61). Hay un umbral mínimo respecto a dichas diez capacidades sin el cual no se considera la dignidad de las personas. Una educación que se evoca a desarrollar solo algunas capacidades teniendo la posibilidad de desarrollar de una gran manera todas las centrales, es una educación que reproduce la injusticia. No puede haber instituciones neutrales. Si se declara que el hombre es un fin en sí mismo, no solo basta con respetarlo como tal sino lleva a la deber ética de brindarle las condiciones para poderse realizar así. No hacerlo supone no reconocer dicha dignidad.

3. Educación universitaria y Desarrollo Humano
Entonces, viendo la visión predominante sobre el rol de la educación y las instituciones universidad y las limitaciones que tienen para contribuir realmente al Desarrollo Humano, cabe preguntar: ¿Qué visión de universidad se debe gestar para poder contribuir a la ampliación de capacidades? Lo primero es pensar el fin de la educación desde el enfoque de capacidades. Para Nussbaum  “la educación es la clave de todas las capacidades humanas” (Boni, Lozano y Walker 2010: 123). Ello debido a que la educación es el cultivo de nuestra humanidad, es la formación de nuestra capacidad de agencia, lo que nos hace propiamente humanos. La agencia es la capacidad de poder realmente ser y hacer lo que uno mismo considera valioso y tiene razones para valorar. Es el poder ser “creadores de nuevos cursos en el mundo” (Tubino y otros 2011: 84) a través de la convivencia en diálogo y deliberación. Y como dijimos, la agencia se cultiva solo a través de la educación para poder “actualizar”, en términos aristotélicos, lo que está en potencia en el hombre.

Por ello, una verdadera educación no solo es adquisición de saberes sino también “puede interpretarse como el aumento del conjunto capacidad de las personas a través de la adquisición de capacidades para funcionar. Si la propuesta fuera expandir determinadas funciones en lugar de capacidades, se podrían pensar que los educadores han de tratar de que cada alumno actúe y sea de las maneras que ellos establecen” (Cejudo 2006: 373). La educación es para la libertad. Eso no significa no poder conocer y entrar en diálogo con distintas estilos y concepciones de vida (funcionamientos) sino que lo que se debe hacer principalmente al educar es desarrollar la capacidad reflexiva para poder uno mismo elegir entre esos estilos o ser capaz de crear una nueva posibilidad. 
¿Cuál es entonces la característica particular de la educación universitaria? ¿Qué la diferencia de los demás tipo de educación y cuál debería ser su aporte a la ampliación de capacidades? En  tanto educación superior, se diferencia de la educación básica en lo que llamaré la consolidación de la autonomía. Quienes acceden a ella se encuentran en una etapa  donde ya ha habido un proceso de desarrollo cognitivo y por lo tanto, están en la posibilidad de determinar autónomamente su propia vida. Pues, ya se está en las condiciones de poder tomar decisiones por uno mismo y por lo tanto, ser responsable por ellas mismas. Precisamente con esta consolidación de la autonomía, la educación superior debe brindar los conocimientos y las habilidades necesarias para tener un control efectivo sobre el propio medio de vida, tanto a nivel de participación política y ciudadanía, como en relación a una carrera profesional que brinde un sustento económico.

Lo propio de la educación universitaria, lo que la diferencia de los demás tipos de educación superior, es su orientación hacia la búsqueda de verdad o los sentidos comunes a todo lo humano. Una verdad, según Alain Badiou (2007), es un acontecimiento o hecho excepcional de ruptura a los sentidos vigentes, dentro de la vida humana que es cuerpos y lenguaje,  que por su magnitud puede ser reconocido como universal.  Este acontecimiento jamás es acabado, pues para convertirse en verdad debe ser capaz de construir nuevas estructuras de sentido. Su ser yace en la posibilidad de ser compartido por todos.

El hombre, como vivimos, para poder realizar su libertad debe buscar la verdad. Para poder juzgar y elegir las maneras de ser y hacer que tenemos razones para valorar, tenemos que hacerlo desde un punto de partida. Como dice Pepi Patrón, “Siempre criticamos desde algún lugar, porque siempre estamos en alguna tradición o vida comunitaria particular” (Lerner y otros 2011: 120). Entonces nuestro punto de partida debe ser a partir de los sentidos comunes a toda la humanidad, que se manifiestan de diversas formas en cada comunidad y entran en diálogo con los saberes de cada vida comunitaria para construir nuevas estructuras. En esto la universidad cumple un rol fundamental. Como señale en otro artículo (Cáceda 2013), la universidad tiene las siguientes labores:

la de formular “situaciones acontecimientales” (donde el Estado de la Situación está al borde Vacío o pierde sentido) a partir de la crítica a la sociedad; la de generar acontecimientos-verdad, a partir de creaciones científicas, artísticas o políticas que produzcan una ruptura con la unidad de sentido ya establecida, que sea la expresión de sentires no reconocidos o no contemplados por la estructura vigente y que generen una nuevo sentido a partir del cual se reordenan las estructuras y saberes anteriormente existentes;  y la de comprender y formular nuevas posibilidades de vivir a partir de la aparición de una verdad. Es, pues, el espacio de la creación continúa de nuevas posibilidades.

Por ello, en la educación universitaria hay una orientación hacia la investigación, que podemos entender, siguiendo a Salomón Lerner como la “búsqueda constante de nuevas formar a partir de las cuales se puede replantear y perfeccionar nuestra convivencia mutua” (Lerner y otros 2011: 29) y nuestra relación con el mundo. Ello lleva a que el conocimiento que se imparte en la universidad nunca deba ser especializado solamente, sino debe estar en constante interacción con las otras disciplinas o saberes, por esta necesidad dialógica de la verdad y de la búsqueda de la libertad. Debe ser, pues, interdisciplinario y transdisciplinario.
Viendo ya la naturaleza de lo que debería ser la la educación universitaria, nos cabe preguntar: ¿Qué relación hay entre la educación universitaria  y las capacidades centrales? Si tomamos la lista de las diez capacidades centrales de Martha Nussbaum (2012a: 53-55) vemos que la educación universitaria debe contribuir en ellas de la siguiente manera:

A. Sentidos, imaginación y pensamiento: La educación universitaria debe no solo proporcionar conocimientos, sino desarrollar la habilidad de análisis, reflexión crítica y argumentación. Debe ser plural, interdisciplinaria y transdisciplinaria. Plural en tanto que no solo puede brindar solo la forma de conocer de una sola cultura sino que debe mostrar los presupuestos epistémicos, la cosmovisión, las formas de conocer y vivir de las diferentes culturas. Interdisciplinario y transdisciplinario porque se tiene que proporcionar una visión de conjunto de la complejidad de los problemas y evitar el encapsulamiento en los estrechos límites de una especialidad. La educación universitaria debe formar la sensibilidad no solo como forma de la contemplación estética sino también como una apertura hacia las dimensiones ocultas de la subjetividad y como aprendizaje de expresión en los diversos lenguajes que el arte nos proporciona. La educación universitaria no solo debe formar la imaginación para pensar en otras realidades posibles, para ser creativos e innovadores sino para poder imaginarnos en la situación de los otros. [2]

B. Emociones: “La emociones son evaluaciones o juicios de valor” (Nussbaum 2008) mediante las cuales atribuimos a un objeto externo importancia para nuestro propio bienestar. Entonces, la educación universitaria debe tener impacto en el desarrollo emocional a partir de la reflexión sobre nuestras propias emociones y el cultivo de emociones como la empatía, la compasión e indignación justificada. Estas son emociones fundamentales para el desarrollo humano.

C. Juego: Una parte de la educación universitaria debe ser dirigida al disfrute y la recreación, elementos valiosos de una vida. Por ello es vital que las universidades ofrezcan una vida universitaria variada.

D. Control sobre el propio entorno: Supone dos capacidades, la política y la material. La educación universitaria tiene que formar ciudadanía entendida como “conciencia de sí mismos y de los demás como sujetos de derechos y responsabilidades públicas inalienables” (Tubino y otros 2011: 77). Se trata de cultivar en los individuos una conciencia ética de la necesidad de no solo participar en lo público para poder determinar su propia vida sino el compromiso con el desarrollo y el respeto de la dignidad de los demás. Esta formación no solo pasa por cursos con la temática sino que en la misma institución universitaria halla espacios de participación democrática. En cuanto a la capacidad material, la universidad no solo debe brindar competencias profesionales sino que le brinde las habilidades y conocimientos para que la profesión que se ejerza sea en el reino de la libertad, al servicio del libre juego de la mente, de la imaginación (Marcuse 1969:4). Se trata de formar profesionales innovadores, que encuentran en el trabajo una forma también de realizar y no solo un medio tedioso para vivir.

Además, la educación universitaria tiene un impacto fundamental en las capacidades arquitectónicas:

E. Razón práctica: Amplia nuestros horizontes de comprensión de nuestras diversidades dimensiones como humanos y nuestra relación con el mundo. Ello nos lleva a ampliar las posibilidades que tenemos para determinar la planificación de nuestra propia vida. Por ello, la educación tiene el deber fundamental de cultivar el pensamiento crítica y la vida reflexiva. 

F. Afiliación: La educación universitaria debe ser impartida a partir de la interacción y la colaboración, tanto adentro como afuera de las aulas. La búsqueda del saber se construye a partir del diálogo. Y ello enseña también la importancia de la vida en comunidad. Además debe llevar a la reflexión sobre los distintos sentidos que nos constituyen y de los cuales formamos parte. La búsqueda de la verdad es justamente la búsqueda de los sentidos que compartimos como humanidad. Por último, ello supone una búsqueda de justicia social donde se promueve la inclusión y se debe luchar contra todo tipo de discriminación.  

Justamente con todo ello, Martha Nussbaum (2010; 2012b) presenta distintas propuestas educativas que buscan cultivar la humanidad y fomentar una democracia dedicada a promover la ampliación de capacidades de los individuos.  Piensa que es necesario que se desarrolle la habilidad para un examen crítico de uno mismo y de las propias tradiciones que permita una vida experimentada. También que desarrolle la “capacidad de verse a sí mismos no sólo como ciudadanos pertenecientes a alguna región o grupo, sino también, y sobre todo, como ser humanos vinculados a los demás seres humanos por lazos de reconocimiento y mutua preocupación” (2012b:29). Además se tiene que fomentar “imaginación narrativa” que es la capacidad de pensar cómo sería estar en el lugar de otra persona, comprender sus emociones, anhelos y deseos.  Todo debe llevar a desarrollas aptitudes vitales para la democracia como es la de reflexionar sobre cuestiones políticas que afectan a la nación, la del reconocimiento de los otros como sujetos de derechos iguales, la del interés por la vida del otro, la de emitir juicios críticos sobre los dirigentes políticos, la de pensar en el bien común como un todo y la de reconocer la propia nación como parte de un orden mundial. (2010: 48-49)

4. Las funciones de la universidad y su contribución al desarrollo humano
Ahora, la universidad no solo tiene una función educativa sino como espacio del conocimiento, tiene también una función de investigación como hemos visto. Así mismo, la universidad en su función de gestionar los saberes tiene una función fundamental en la sociedad, la cual podemos categorizar como función de relación con el entorno. Por último, tiene también la función de gestionarse a sí misma y lo debe hacer desde la propia comunidad para poder cumplir su fin de la búsqueda del saber sin condiciones o que se ve limitado por agentes externos al propio proceso del conocimiento. Así, la universidad tiene cuatro funciones esenciales y desde las cuales genera impactos en su entorno. El reto es pensar como contribuir a la ampliación de las capacidades desde esas cuatro funciones y no solo desde la función educativa.

De lo que se trata es de gestionar éticamente los impactos que se generan a partir de dichas funciones para poder contribuir con el desarrollo humano. Ello es lo que se conoce como Responsabilidad Social Universitaria. Esta se puede definir como “una teoría de gestión que obliga la organización a situarse y comprometerse socialmente en y desde el mismo ejercicio de sus funciones básicas” (Vallaeys 2007: 3-4). Se debe buscar repensar la gestión de la universidad para que desde el interior de sus propias funciones y transversalmente puede comprometerse con el desarrollo humano. Desde estas funciones se puede aumentar las capacidades combinadas, ya que no solo impacta sobre el desarrollo de las capacidades internas de los individuos a partir de la educación sino también la universidad es capaz de cambiar las estructuras sociales desde la investigación y la relación con el entorno.  Por ello es fundamental para el desarrollo humano concebir la universidad  desde la totalidad de sus funciones y no solo desde la educación.

Así, siguiendo a Francois Vallaeys (2007, 2009) podemos esbozar algunas formas en que la universidad debería contribuir al desarrollo humano otras propias funciones:

A. Función de gestión: Se debe promover una calidad de vida institucional ejemplar. Se trata de asumir el reto de educar a todos los miembros de la comunidad universitaria (profesores, alumnos, trabajadores) desde los mismos hábitos cotidianos rutinarios para un comportamiento organizacional ético. Se debe promover que todos sientan a la universidad como un espacio para desarrollar su humanidad a partir de los roles que asumen. Por ello es fundamental que se cultiven valores democráticos, ciudadanos, de solidaridad y del compartir. Además todos deben estar comprometidos con el desarrollo sostenible y que el campus pueda contribuir con ello. Por último se trata de que la universidad sea abierta hacia la diversidad, incorporándola en todos sus niveles y así destierre todo tipo de discriminación.

B. Función de investigación: Se debe implementar una gestión social del conocimiento. Ello supone que la producción de los saberes científicos, artísticos, culturales, humanistas y tecnológicos se ven comprometidos con el desarrollo humano y la ampliación de las capacidades de los individuos, haciendo también sinergía con otras instituciones para poder lograr este fin. Además debe haber un cuestionamiento permanente a los supuestos epistemológicos de los saberes impartidos, pues pueden reproducir inequidades y dominaciones. Ella supone también que los procesos de construcción del conocimiento se den de modo participativo, con actores no académicos. Por último implica la tarea de difundir amplia y comprensiblemente los procesos y resultados de las investigaciones, para facilitar la reflexión crítica de los mismos por parte de todos los ciudadanos, logrando así una accesibilidad social del conocimiento. Desde esta forma de producir y gestionar el conocimiento se debe ir tras la búsqueda de los sentidos comunes a la humanidad y las visiones o saberes particulares de cada comunidad, para producir mejores formas de comprensión de nuestra humanidad y nuestro entorno.

C. Función de relación con el entorno: Se debe buscar que la universidad asume un compromiso público con su entorno. Ello supone que no solo desde el conocimiento sino también desde la praxis de los miembros de la comunidad universitaria se puedan constituir proyectos con diversos agentes sociales que tengan como objetivo contribuir con el desarrollo de dichos agentes o comunidades. Estos proyectos deben tener un enfoque de mutuo compromiso, colaboración y aprendizaje. Así se trata de implementar comunidades de aprendizaje.

5. La gestión económica de la universidad en relación a los estudiantes y el enfoque de las capacidades
Hemos llegado al punto final de la ponencia y que demostrará que si queremos contribuir realmente al desarrollo humano desde la universitaria, es necesario repensar la gestión en todos sus dimensiones. En este apartado, me enfocaré en lo relacionado a la gestión económica de la universidad privada referente a los estudiantes. Ahí me detendré en dos puntos muy específicos: la determinación de los costos de las pensiones y la diferenciación en los costos de la misma. Para ello, me basaré, además de los conceptos ya trabajados, en la noción de justicia distributiva.

Para ello, comenzaré definiendo algunos conceptos. Primero, ya vimos lo fundamental de la educación para el desarrollo de la agencia de los individuos y para poder lograr su propio florecimiento. Es, evidentemente, un derecho (pues sin ella no podríamos cultivar nuestra propia humanidad) y un servicio público (todos deben acceder a ella y contribuye con el principio-fin del Estado que es la realización de los individuos). La educación privada cumple el rol de complementar la educación pública (en casos, por ejemplo, de oferta insuficiente) y de diversificarla. La educación privada muchas veces se ve con la difícil tarea de poder conseguir fondos para mantenerse. Dichos fondos en la mayoría de casos provienen principalmente de las pensiones, que son contraprestaciones, al servicio brindado. Al suponer un pago, entonces en la mayoría de casos habrá quienes puedan pagarlo y quienes no puedan hacerlo. Y ahí vienen las complicaciones, pues se limite el acceso por una condición extra-educativas. Evidentemente hay condiciones necesarias de exigencia para que pueda haber una educación real pero el cumplimiento libre (digo libre porque puede haber caso que se deben a condicionantes sociales como malas condiciones escolares) o no de dichas exigencias debe ser el criterio de acceso.

Así se da una complicación pues por un lado debe buscarse el desarrollo de las capacidades mediante el acceso a una educación de calidad para todos, pero por otra, para poder mantenerse y desarrollarse las instituciones privadas tienen que determinar un costo que limite dicho acceso o la posibilidad de mantenerse en ella. ¿Cómo se debería accionar de acuerdo a todo lo esbozado?

Podrías esbozarse que ahí el rol lo tiene el Estado y que aquellas personas que no tienen los medios para acceder a una educación privada deberían ir a una educación pública y esta última debería ser de calidad. Pero ahí se estaría limitando las posibilidades de elección por criterios no-educativos sino de poder adquisitivo, lo cual es una injusticia. Pues lleva a que se plantee que la capacidad para elegir la educación que uno considere valioso se ve determinada por el poder económico que se tiene y evidentemente esto va en contra del desarrollo humano. 

Otra opción es que se brinde becas para permitir el acceso a quienes no pueden pagar y desean estudiar en una universidad privada. Pero ello a cambio de que se consiga un rendimiento sobresaliente que justifique dicha “inversión”. Otra vez este mecanismo, aunque paliativo, también es injusto porque dicha exigencia “extra” se exige a quien tiene la beca (quien no puede pagarla). Pero lleva al razonamiento de quien puede pagar, no tiene que verse sometido a tal exigencia extra. Otra vez se ve que el criterio económico prima determina lo educativo.

Ambas situaciones resultan injustas. Estamos entonces partiendo de una noción de justicia que nos permite esta evaluación. Y la concepción que se está esbozando parte desde una concepción de equidad. Consideramos injusto estas situaciones porque hay individuos que ven limitado esta capacidad y derecho fundamental por sus condiciones socio económicas (condiciones que en la mayoría de casos no son productos de una elección) mientras que otros justamente por sus condiciones socio económicas favorable no ven dicha limitación que resulta negativa. Hay un problema de justicia distributiva: la justicia asociada a la repartición de bienes y servicios.

Entonces, nos basamos en la noción de Justicia como Equidad formulada por John Rawls (2010; 2012) y aquí reformulamos incorporando las críticas de G.A Cohen (Nussbaum y Sen 2000: 27-53); Amartya Sen (2009) y Nussbaum (2012c). Por ello propondremos una nueva definición en base a ello, tomando como base la noción de igualdad del primer principio de Rawls: “Una sociedad es mínimamente justa si es que todas las personas por igual que la conforman tienen la capacidad de ser y hacer lo que consideren valioso y tienen razón para valorar”. Se trata de la igualdad de libertad sustancial. Se dice mínimamente  justa, siguiendo a Nussbaum, porque no se entra a cuestiones de distribución de bienes, por ejemplo, donde puede haber una distribución muy desigual sin embargo todas las personas pueden ser y hacer lo que consideren valioso. No es pues una teoría acaba de justicia. La distribución desigual se pudo generar a partir de la meritocracia y se podría decir que cada uno tiene lo que le corresponde. Pero se podría decir que es injusto porque la distribución no corresponde quien hizo los bienes. Finalmente va a corresponder a cada sociedad poder fijar su concepción de justicia completa, pero siempre bajo el principio de que debe buscarse la igualdad para aplicarlo.

Por ello, Sen (2009) propone que cuando buscamos la Justicia debemos partir no por una sociedad idealmente justa sino por reducir las injusticias. Estas podemos entenderlas como aquellas que atenta contra las capacidades centrales de las personas (el umbral mínimo de capacidades centrales de Nussbaum (2012a)) y mantienen principios de inequidad (atentan solo contra unos cuyas capacidades se ven limitadas). Así podríamos reformular el segundo principio de Rawls diciendo que “las desigualdades existentes entre las personas  de lo que pueden hacer y ser (capacidades) contribuyen a reducir las injusticias cuando permiten un mayor beneficio de los miembros con menos capacidades de la sociedad”

Con lo formulado podemos plantear dos nociones para la justicia distributiva. La primera es que lo que se debe buscar es que los bienes y servicios sean repartidos buscando que todos puedan superar el umbral mínimo de capacidades centrales. La segunda es lo que se señaló más arriba acerca de las desigualdades. ¿Con ello, podemos buscar reducir las injusticas que se dan para el acceso a la educación en las universidades privadas?

 De cierta manera, sí. Si planteamos un sistema de “escalas”, donde se diferencian distintos pagos de acuerdo a las condiciones socio-económicas se cumple el segundo principio.  Este sistema determina un número x de escalas de pago, donde cada quien paga de acuerdo a poder adquisitivo. Así, las desigualdades contribuyen con reducir las injusticias en tanto que permiten las personas con menos recursos puedan acceder  a la universidad, que permiten que entren recursos altos (por los que tienen más dinero) que nivelan de cierta manera los ingresos bajos de las pensiones de escalas menores.

Ahora para que esto funcione deben suceder dos cosas. 1) las pensiones más altas están por encima del “costo real” de la educación que se brinda por persona, con lo cual se puede de cierta manera “subvencionar” con la diferencia a los que están por debajo de ese costo real. 2) La universidad tiene fuentes de financiamiento alternas al ingreso por las pensiones de pregrado y que permiten cubrir dichas brechas. Podemos decir un par de comentarios a ambos puntos. Sobre el punto 1, no se trata de hablar de un costo real por persona porque lo que se paga no es solo por el servicio educativo sino supone una contribución “justa” (eso va a depender de la capacidad real de la persona para pagar el monto establecido y que si ha sido bien clasificado) para que la institución prospere (ello lleva ya a empezar a pensar que la educación no debe ser concebida como un servicio más por el cual se paga sino se basa en diferentes principios y uno de ellos es la solidaridad y el ser parte de una comunidad). Sobre el punto 2, es evidentemente recomendable que la mayoría de ingresos no depende de los ingresos por pensiones, porque ello llevaría a que el crecimiento de la institución depende del crecimiento de dichos ingresos y eso tiene un impacto negativo como veremos en breve.

Ahora, para finalizar el punto de las escalas, no basta con tener una institución (las escalas) que se base en un principio de reducción de injusticias. Si no se tiene que ver qué sucede realmente con las personas en dichas situaciones. Como plantea Sen (2009) no se trata de solo ver la relación entre las instituciones y la justicia, sino lo que las personas son capaz o no de ser dentro de ellas. Ello lleva que el sistema de escalas debe ajustarse de acuerdo a la realidad de cada persona y que podría traducirse en un sistema con mayor número de escalas y un sistema eficiente de categorización en cada escala. Por último, se debe buscar que los costos de las escalas más bajas permitan que la mayor cantidad de personas estén en las posibilidades de acceder.

Ahora pasemos al siguiente punto que lleva a también a repensar el sistema de gestión en virtud de lo que la gente es capaz de hacer. Se trata de la determinación de la variación de pensiones. Año a año los costos suben y se ve que parece necesario un reajuste de las pensiones para no perder poder adquisitivo. O también se reajustan en función de una lógica de gestión bastante simple: Quiero aumentar más ingresos, o subo las pensiones o aumento el número de alumnos. En los casos señalados, se ve como la gestión educativa se rige netamente por una lógica de mercado. Esto no debería ser así, trae efectos perjudiciales para los propios fines.

Por ejemplo, si se aumenta el número de alumnos indiscriminadamente (como por ejemplo en Perú sucede muy a menudo) para tener más ingresos, tiene que aumentarse no solo más servicios sino también más profesores y más espacios. Ello puede llevar un deterioro de la calidad de la enseñanzas (las cifras en nuestro país lo confirman). Pero si se aumenta el costo también tiene un efecto perjudicial: Sucede en muchos casos que el aumento de las pensiones lleva a que los alumnos se matriculen en menos créditos. Ello tiene el efecto perjudicial a su vez de alargar el tiempo en que los alumnos terminan su carrera y lleva a que crezca la población (porque ingresan más alumnos de los que egresan).

Con esto, quiero señalar que la universidad no puede guiar su gestión económica como si fuera una institución más del mercado. Tiene que gestión en función de los impactos que puede generar y puede asumir reducir los impactos, por ejemplo, un año subiendo las pensiones por debajo de la inflación y cubriendo dicha brecha con ingresos generados por otras fuentes. Es posible que esto sea criticado en función que no sigue criterios de eficiencia pero la educación no solo debe guiarse por esa lógica y hay costos que se deben asumir cuando se trata de algo tan fundamental.

6. Conclusión
En este artículo he pretendido presentar la necesidad de repensar las funciones de la universidad si es que se busca un impacto sobre el desarrollo humano. Para ello, hemos visto la importancia del enfoque de ampliación de capacidades al cual debemos aspirar como sociedad y desde el cuál es posible juzgar el desarrollo de la misma. Así vimos como desde este enfoque es vital la educación como la formación de la agencia y el desarrollo de las  capacidades centrales.  A partir de ello, se vio como los enfoques actuales con los que se concibe la educación universitaria resultan limitados para poder cumplir dicho fin.

Por ello, se vio que debía cambiarse la educación universitaria y que debe orientarse hacia el cultivo de la propia humanidad. Además no solo bastaba quedarse en la función de educación de las universidades sino que el enfoque de capacidades plantea una transformación en sus demás funciones de investigación, relación con el entorno y gestión. Así, nos detuvimos a presentar una reflexión de cómo debería pensar la gestión económica de cara a la búsqueda de reducción de injusticias y que ello supondría que se cambie los enfoques de gestión que la mayoría de universidades maneja y que se basa en la lógica de maximizar beneficios.

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[1] http://www.encuentro-rankings.unam.mx/Documentos/Final-declaration-spanish2.pdf
[2] Varias de las nociones señaladas son sacadas del artículo de Fidel Tubino “La formación humanista para el desarrollo y el papel de los Estudios Generales en la educación universitaria” en Contexto y sentido de las Estudios Generales, Tubino y otros 2011.