martes, 1 de noviembre de 2011

La condena tan deseada.

Durante toda la historia, los hombres han luchado por ella. Miles de ellos han muerto en su nombre. Con las espadas de su voluntad trataron de oponerse al látigo. Las usaron para demostrar que nadie los subyuga, que son dueños de su voluntad, dueños de sí mismo. La existencia de la humanidad esta escrita al rededor de ella, exclamando que es el bien más preciado que uno puede tener.

Tantas luchas, tantas reflexiones se han producido. Una más se hace para honrar su nombre. Aquí, sentado bajo un hermoso cielo oscuro, el feliz condenado exclama a los vientos: Libertad, condena y el camino hacia la felicidad. ¿Paradoja?

El feliz condenado se auto proclama como libre, su propio nombre lo enuncia. ¿Es que acaso encontrar la respuesta a una de las mayores interrogantes? ¿Qué dicha le concedieron los dioses a este hombre? Dichoso!

Dime, hombre, ¿Cuál es el secreto? Dilo rápido, que 12000 años de conciencia no pueden seguir esperando más. De sus labios salio la siguiente proclamación:

"Si tenemos alma, no puedo responder, no sé como puede ser posible que interactúen dos seres de tan distinta naturaleza: Lo material y lo espiritual no puede tener comunicación por definición. No conozco la fórmula de un alma libre en un mundo material. Y estoy seguro que no la tendré jamás.

¿Pero porqué tanto problema? ¿Es que acaso hace ya mucho tiempo no fue un hombre en sufrimiento quién exclamo "Muerte no entres en mí hogar, hágase una vida inmortal" postulando así la existencia fantasmagórica? ¿O quizás no fue un ambicioso rey en los albores de la civilización quien pensó que su poder se limitaba si es que se subyugaba a la ley de la tierra, de la luna y por eso dijo que la libertad del hombre estaba en el más allá de la tierra?

¿Secreto? No, no es ningún secreto. La respuesta estaba en nosotros pero no hubo profeta que la pudiera ver. ¿Qué somos? Cuerpo e historia, genes y aprendizaje social. Eso es el hombre, nada más y suficiente con ello.

¿Quién no goza de cadena ni látigo? El que no se encuentre dominado por un amo exterior a sí mismo. No cargar cadenas, significa poder decidir por uno mismo. Eso, amigos míos, es Libertad.

¿Y si decido por mi mismo? Significa que decido por mi cuerpo o genes y por lo aprendido. ¿Puedo decidir de otra manera? No, porque solo eso soy. Entonces, soy libre, porque solo puedo decidir así y es la única forma en que lo hago.

Ahí esta la respuesta tan esperada"

Aveces, las preguntas más complejas, se responden de manera simple.

Y¿ qué pasa cuando tengo un impulso del cuerpo y mi razón trata de detenerlo, pero al final este impulso manda sobre mí? Pues, sigues decidiendo por ti mismo. En uno mismo, hay conflicto de intereses, así es la vida, contradicción en búsqueda de armonía.

Hombre eres libre, estas condenado ha serlo. Sartre, maestro, hoy pronuncio tus enseñanzas: Debemos decidir a cada instante, debemos construir nuestro ser siempre y adquirir la responsabilidad por ello. Es la condena del nuevo Atlas, el hombre: Ya no debe cargar el mundo sino a sí mismo.




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