domingo, 29 de enero de 2012

El pensar como-sí

Hace poco leí un post de Eduardo Marisca. En este hablaba del pensar como-si, característica, que si bien no era exclusiva, era algo que se practica mucho en la filosofía. ¿En qué consiste este tipo de pensamiento? Es, en resumidas cuentas, generar ideas o historias alternativas a algún hecho que sucede o ha sucedido. La pregunta típica de inicio es ¿Qué pasaría si....?.

Este tipo de pensamiento tiene distintas líneas. Por un lado está la ciencia y la generación de hipótesis a partir de la observación de ciertos fenómenos. ¿Qué pasaría si junto tal elemento con este otro? y genera una idea que luego busca comprobar. Por otro lado están los que el pensar en una distinta situación calma sus angustias: ¿Y si no se hubiera ido, cómo sería mi vida?  También están los que, por curiosidad, se imaginan distintas historias del pasado o proyecciones hacia el futuro. ¿Que hubiera pasado si los Incas se hubieran encontrado con los aztecas? ¿Qué pasaría si me arriesgo y le hablo? Generamos ideas, tras ideas, nuestra vida está llena de estos momentos.

Pero esto no es puro pensamiento, también es acto. A partir de las situaciones que generamos, actuamos. Es la conexión de nuestra vida con nuestras creencias. El como-si es parte de nuestra vida. Actuamos como si existiera un Dios. Incluso, algo mucho más cotidiano: Nos subimos a una combi, pensado que nos llevará al lugar que queremos. Pero no hay nada que nos asegure que sea efectivamente así. El como-si es también un puente que nos lleva a actuar. Si pensáramos en todas las posibilidades que podrían pasar al tomar una combi (de que se baje una llanta, de que el cobrador sea un asesino, etc.) nunca actuaríamos. Nuestros instrumentos cognoscitivos nos permiten alzarnos sobre el presente, imaginar situaciones distintas a este, al futuro o al pasado. Nuestro actuar diario, son saltos al vacío, a las creencias. (No juzgo, solo describo). El pensar como-si, genera este vacío, pues nos presenta la posibilidad de la situación distinta pero por otro lado, también se construye un puente sobre ese vacío. Esta es la situación del hombre.

En la filosofía, resulta sumamente útil este tipo de pensar. En su búsqueda de la universalidad, de leyes universales o la refutación de las mismas se usa bastante este ejercicio del pensar. Imaginar situaciones donde la ley no se aplicaría. Ver si es posible o no. Es demostrar o no el principio de facticidad o de la necesidad de la contingencia, tan de moda hoy por la nueva corriente del realismo especulativo. Pero, no crean esa imagen típica del filósofo, que han en las nubes. La pregunta por la universalidad o por la contingencia son preguntas que parten de preocupaciones existenciales: Son las preguntas por estructuras que se mantengan en nuestro pasado por el mundo o por la posibilidad de cambiar las situaciones.  Kant pensaba que un fundamento válido para la ética era pensar en actuar como-si existiera un Dios. (Yo discrepo con ello, pero aún es válido para los creyentes). Esto sucede por la filosofía es la autoafirmación de la creación del pensamiento, creación que tiene como móviles las preocupaciones y deseos humanos.

Justo con estas preocupaciones, viene pues la posibilidad de pensar un mundo distinto. Pero lo interesante de la filosofía, es la autoreconocimiento de la esencia del pensamiento y el conocer. Ello va a permitir un pensar aún más radical. Lo que otras ciencias pueden dar por sentado o el sentido común lo ve como parte del mundo, el filósofo reconoce que son creaciones del pensamiento, categorías que utiliza para moverse en el mundo, pero que no forman parte de este. Las nociones como individuo, democracia, libertad, propiedad privada, mercado, como ejemplo, mantienen ciertos presupuestos bases que no varían. La filosofía, reconoce que como nociones del pensamiento, pueden cambiar. Entienden en donde se arraigan y proponen  alternativas nuevas, pensamientos radicales, para calmar las angustias de la vida. Actualmente se ha satanizado la radicalización. Recuerdo haber leido hace poco un post de Gonzalo Portocarrero donde hablaba como la época neoliberal  ha hecho que todo el imaginario de la revolución sea relacionado como negativo. Hoy por hoy, revolución o radicalismo (ruptura tajante con el pasado) es sinónimo de violencia, tragedia. El pensamiento radical filosófico no es eso: Es la expresión de la posibilidad de un mundo distinto, con nociones más potentes y con mayor sentido, que nos ayudan a vivir quizás mejor. No hay que cerrar esa posibilidad, hay que animarnos a pensar distinto, pensar como-si el mundo no fuera como fuera. ¿Cómo crees que sería? ¿Cómo quieres que sea?. Recuerda que varias nociones que damos por sentado no lo son.

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