miércoles, 11 de julio de 2012

Visión de Universidad 1: Universalidad, Verdad, conocimiento

“Somos tradición y modernidad, somos católicos y plurales, principistas y tolerantes, muy peruanos y abiertos al mundo. Queremos internacionalizarnos pero desde nuestras propias raíces. Queremos brindar saberes universales pero atendiendo a nuestra propia particularidad. Queremos formar ciudadanos del mundo y ciudadanos bien peruanos. Queremos mirar el mundo pero también mirar críticamente nuestras dramáticas desigualdades y nuestra enriquecedora diversidad”[1]

Se habla de la Universidad como un espacio que produce nuevos conocimientos y entregada a la búsqueda de la Verdad. Como lo dice la frase citada: búsqueda de saberes universales. Pero, ¿es posible esta definición de Universidad en nuestra época? Nuestra época está marcada por la coexistencia de múltiples discursos y el reconocimiento de que ninguno puede alzarse y proclamarse como hegemónico. ¿Tiene sentido seguir buscar esta universalidad y la verdad? O ¿Seria la búsqueda de un discurso que se impone sobre los otros, suprimiendo la diferencia y la libertad?



Lo que se trata aquí es de reflexionar acerca de la naturaleza misma de la universidad en su propia definición como espacio de transmisión y producción de conocimientos. ¿Qué tipo de conocimientos? Una universidad tiene la misión transmisión de saberes o el desarrollo de capacidades para un adecuado desenvolvimiento de las personas en sociedad, sumándose un compromiso con la producción de conocimientos para el desarrollo de la comunidad. ¿A qué responden estos conocimientos: a un criterio de necesidades del mercado o una noción más amplia que podríamos llamar de “desarrollo humano” o “desarrollo socia"l? Si es la primera opción, los conocimientos son totalmente contingentes y depende de las demandas o “necesidades” del mercado.  Si hablamos sobre nociones de desarrollo, la pregunta es si debemos basarnos netamente en criterios propios de cada comunidad (con lo cual volveríamos a la idea de la contingencia) o si hay ciertas nociones comunes a todo lo humano. ¿Es posible que las haya? ¿Por qué usarlas?



De acuerdo a la posibilidad de la universalidad, yace el reto de la creación de un nuevo concepto de Verdad, que tenga en cuenta las reflexiones que la contemporaneidad ha realizado. En ese sentido, podríamos hablar de una Verdad definida como  un nuevo sentido de una magnitud tal que puede verse como un “Acontecimiento” o “excepción” en la sociedad y que su magnitud puede declararse como si fuera universal (pues es algo que puede afectarnos a todos los hombres en tantos humanos). Esta excepción se da cuando la estructura que sostenía la comunidad (de saberes, de personas, de ideales), dadora de sentido, pierde su capacidad para "encerrar" todo aquello que contiene. Así el Acontecimiento irrumpe la estructura, pues presenta algo que no estaba presente en la Estructura de Sentido y que es de tal fuerza que puede romperla  (fracturando así todo nuestro antiguo "orden" de creencias, de saberes, de organización social). Así pues ante este concepto de Verdad, la Universidad tiene varias tareas:  la de formular “situaciones acontecimientales” (donde la Estructura de la Situación está al borde Vacío o pierde sentido por no reconocer todas las fuerzas que están en dicha Situación) a partir de la crítica a la sociedad; la de generar Acontecimientos-Verdad, a partir de creaciones científicas, artísticas o políticas que produzcan una ruptura con la unidad de sentido ya establecida, que sea la expresión de sentires no reconocidos o no contemplados por la estructura vigente y que generen una nuevo sentido, con la fuerza propia del Acontecimiento, a partir del cual se reordenan las estructuras y saberes anteriormente existentes;  y la de comprender y formular nuevas posibilidades de vivir a partir de la aparición de una Verdad. Es, pues, el espacio de la creación continúa de nuevas posibilidades.[2]

La formulación esbozada, el concepto de Verdad, aunque algo compleja, surge a partir de las necesidades de nuestro tiempo: “Nuestro mundo, ustedes lo saben, está marcado por su velocidad: la velocidad del cambio histórico, la velocidad del cambio técnico, la velocidad de las comunicaciones, de la transmisiones e, incluso, la velocidad con la cual los seres humanos establecemos conexiones entre nosotros. Esta velocidad se expone al peligro de una enorme incoherencia. Las cosas, imágenes y relaciones circulan muy rápido, de manera que no tenemos tiempo si quiera para calibrar la extensión de todo aquello que es incoherente. La velocidad es la máscara de la inconsistencia.”[3] Se debe establecer un proceso de ralentización que permita establecer un punto fijo, una verdad, que no sea una forma de huir de este proceso, sino de la posibilidad de reflexionar sobre el mismo. Si la totalidad de conocimiento que se produce entra dentro de la categoría de “información” igual a las otras ya circulantes, no se entiende cómo es posible este “salir-para-reflexionar” de este proceso. Este punto fijo se logra a través de lo establecido para la Universidad. Así, esta se convierte en un espacio de “revuelta”,  de constante creación, ante un mundo que ya se proclama libre y acabado; de lógica o unidad de sentido, ante el régimen actual de imágenes desconectadas, aglomeradas;  de universalidad ante la proclamación de un mundo especializado y fragmentario; de riesgo o aventurarnos a lo aún no dado.

Esta noción de Verdad como productora de nuevos sentidos responde al concepto de conocimiento que  tiene y que expresa de manera muy adecuada Salomón Lerner:

“El conocimiento que la Universidad debe propiciar lleva consigo la difícil tarea de ser a la vez universal y situado. Universal, debido a la orientación hacia la trascendencia que la búsqueda de la verdad implica; y situado, porque partiendo de las demandas concretas de la vida social debe responder a ellas. Pese a lo que suele pensarse, el conocimiento no consiste en la mera acumulación de datos objetivos; él es, por el contrario, la concreción de una facultad y la respuesta a una exigencia esencialmente humanas.  Es el modo a través del cual los hombres y mujeres logran preservar su propia condición; es un conato; una expresión de aquella fuerza presente en todo ser vivo impulsa a luchar por su supervivencia y a optimizar permanentemente e incansablemente su adecuación al entorno. Tal exigencia surge como la necesidad de dar sentido a nuestra realidad- la cual es esencialmente social, comunitaria-, pues de ella procede y a ella debe volver”.[4]



La Universidad tiene la difícil tarea, en tanto espacio de crítica, reflexión y producción de saberes de la sociedad, que ya hemos esbozado más arriba. Esta tarea es nunca acabada, pues el reconocimiento de un Acontecimiento o excepción en mundo donde hay “cuerpos” y lenguajes, es una apuesta, una lucha constante para que se reconozca como Verdad, pronunciada para la Eternidad. Es, pues, la búsqueda incesante de nuevos sentidos  para la sociedad; del reconocimiento de que esa transformación de horizontes es posible; de que es posible hablar de lo humano en tanto tal, desde algo que nos vincula a todos, en el presente y a lo largo de la historia, en nuestra comprensión y desarrollo de nuestro-estar-en-el-mundo, condición común a todos los hombres.



[1] ESTUDIOS GENERALES LETRAS        Lecciones Inaugurales 2006-2011
[2] Los conceptos son de Alain Badiou y su noción de verdad y acontecimiento.
BADIOU, Alain      La Filosofía, otra vez.
[3] BADIOU, Alain    La Filosofía, otra vez. Pág. 61

[4] ESTUDIOS GENERALES LETRAS        Lecciones Inaugurales 2006-2011 pág.28 “Los Estudios Generales y el sentido de la vida universitaria”- Salomón Lerner.

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